La búsqueda de 305 desaparecidos se reanudó ayer en Brumadinho, tras descartarse el riesgo de resquebrajamiento de otra represa en esta localidad del sureste de Brasil, donde la rotura de un dique minero dejó el viernes decenas de muertos.
“Ya no hay más riesgo en el segundo dique”, dijo el teniente coronel Flávio Godinho, portavoz de la Defensa Civil del estado de Minas Gerais. “Las labores de búsqueda ya se reanudaron por tierra, con aeronaves y con perros”, explicó desde el centro operacional en Brumadinho, una ciudad de 39.000 habitantes.
Brasil continúa en vilo en medio de una de sus peores tragedias mineras, que dejó un rastro de destrucción en Brumadinhos, localidad que vive ahora sus días más tristes.
Hacia las 05.30 de la mañana, la compañía Vale, propietaria de la mina Córrego de Feijao donde están los diques, accionó las alarmas ante el riesgo de rotura de una presa cargada con 3 a 4 millones de metros cúbicos de agua.
Cerca de 3.000 personas fueron evacuadas hacia lugares altos en medio del pánico y la confusión. “Tuve que salir con mi familia, mis hijos (...). Estamos molestos, tensos, porque dejar nuestra casa no es fácil. Hace 15 años que vivimos allí”, dijo José Maria Silva, de 59 años.
Sueño arrasado. Una casa reducida a ruinas en la comunidad de Parque da Cachoeira dimensiona la desolación: el segundo piso se encuentra bajo el lodo.
Además de tejas, se ve un sofá, una paradisíaca pintura de mar y flores de papel. A la entrada de lo que era un hogar, un cartel: “Sonho Meu” (Mi sueño). Por delante avanza un río marrón de unos 300 metros de ancho que también arrasó la vegetación a su paso. “Corrimos hacia arriba y vimos que todo se iba. Perdimos todo”, relató Lauriane Oliveira da Souza, una residente en Brumadinho. “Me arrodillé, comencé a llorar y agradecí porque mi familia está viva”, dijo.
La desesperación se apoderó de quienes perdieron o desconocen el paradero de familiares y amigos y algunos deambulan con fotos de allegados desaparecidos.