El gobierno de Jair Bolsonaro atribuyó ayer a “interpretaciones sensacionalistas” la publicación de datos que confirman un aumento exponencial de la deforestación de la Amazonía brasileña, que empieza a preocupar al agronegocio por la mala fama que crean a sus exportaciones.
Las áreas deforestadas en la región amazónica totalizaron el mes pasado 2.254,8 km², 278% más que en julio de 2018, según datos oficiales divulgados el martes. Hasta abril, el desmate se mantenía en los niveles de los últimos años, pero en los últimos tres meses se disparó: 738,4 km² en mayo (+34%), 931,7 km² en junio (+90,7%) y 2.254,8 km² en julio (+277,9%), de acuerdo con el sistema de detección en tiempo real (Deter) del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).
Pero el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, afirmó ante una comisión legislativa que la manera en que los datos fueron publicados obedece a interpretaciones sensacionalistas y mediáticas, que buscan crear factoides y, quién sabe, conseguir más donaciones de oenegés extranjeras para proyectos personales.
Carlos Rittl, director del Observatorio sobre el Clima, una red de oenegés, cree por su lado que el avance de la deforestación impacta por su rapidez, pero desgraciadamente era previsible, dada la campaña antiambiental de Bolsonaro. “El Gobierno se está peleando con los números, tratando de cambiar la realidad de lo que está sucediendo en la selva”, agregó.
Bolsonaro –un escéptico del cambio climático que ve en la prédica ambiental la mano de oscuros intereses extranjeros– calificó el lunes de malos brasileños a quienes se atreven a hacer campaña con números mentirosos contra la Amazonía brasileña. El martes, Bolsonaro ironizó sobre su fama internacional. Fuera de Brasil, “soy el Capitán Motosierra”, afirmó en un evento empresarial en São Paulo. AFP