Bolsonaro firmó un decreto que crea un programa de apoyo a la minería artesanal, una actividad controvertida conocida como “garimpo”.
La minería artesanal es legal en Brasil, siempre que los mineros tengan las licencias ambientales correspondientes y la autorización para explotar terrenos determinados. Pero en la práctica, muchas explotaciones no cumplen con las normativas.
El decreto dice que el objetivo es “proponer políticas públicas y estimular el desarrollo de la minería artesanal y de pequeña escala, fomentando el desarrollo sostenible de la región y la nación”.
También crea una comisión interministerial sobre minería artesanal, cuya “región prioritaria” serán los nueve estados brasileños que conforman la Amazonia brasileña.
Los mineros artesanales generan divisiones en Brasil.
Bolsonaro, cuyo padre fue una vez “garimpeiro”, defiende a los buscadores de oro como hombres humildes y sacrificados.
Los críticos tienen otra mirada. La minería destruyó un récord de 125 kilómetros cuadrados de la Amazonia brasileña el año pasado, según datos oficiales. Buena parte de la destrucción se produjo en reservas indígenas protegidas. El uso de mercurio para separar el polvo de oro del suelo también ha dejado contaminación tóxica en los ríos. AFP