El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que aún no se ha vacunado contra el Covid-19, confirmó el viernes que mañana viajará a Nueva York para participar, dos días después, en la apertura de la Asamblea General de la ONU, a la que presentará “las verdades” de Brasil.
“Viajo el domingo, hago el discurso de apertura el martes y luego regreso”, declaró el mandatario, sin aludir a la polémica que existe en Naciones Unidas sobre la vacunación contra el Covid-19, que exige el ayuntamiento de Nueva York, donde está la sede del organismo.
La ONU ha dicho que, como organismo dirigido por los Estados miembros, no puede imponerles condiciones a los gobernantes, pero de todos modos estudia la posibilidad de atender las preocupaciones de las autoridades de Nueva York, que a su vez no tienen control sobre el recinto del organismo internacional.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, la obligatoriedad de la vacuna no puede ser impuesta a Bolsonaro en su condición de jefe de Estado, aunque el personal diplomático que le acompañe cumplirá con ese requisito.
Bolsonaro, líder negacionista que desde el inicio de la pandemia ha minimizado su gravedad, no se ha vacunado y ha dicho en diversas ocasiones que será “el último” brasileño en hacerlo, si es que llegara a hacerlo.
Aun así, garantizó que el martes estará en la ONU para “mostrar las verdades, las realidades de Brasil y lo que representa para el mundo”, sin adelantar detalles sobre su discurso, que en su condición de presidente brasileño —y como es tradicional— será el que inaugurará la Asamblea General.
El único punto que ya adelantó que tocará en su pronunciamiento será un debate sobre los derechos ancestrales de los indígenas brasileños a las tierras que existe en Brasil y es objeto de un juicio en la Corte Suprema.
En ese proceso se delibera sobre el llamado “marco temporal”, que solamente reconoce como tierras indígenas aquellas que los pueblos originarios ocupaban al día 5 de octubre de 1988, cuando se promulgó la actual Constitución brasileña.
Los indígenas, por su parte, sostienen que esa tesis acaba con sus “derechos ancestrales” y favorecería la legalización de áreas ocupadas antes de esa fecha por terratenientes que expulsaron por la fuerza a sus habitantes originarios a lo largo de décadas. Ante la Asamblea General de la ONU también abordará el impacto económico de la pandemia, reiterará sus críticas a la situación de Venezuela y presentará a Brasil como un polo para las inversiones extranjeras.