Estamos viendo el negocio de la política en su manera más descarnada y descarada. Si esto pasa en un partido pequeño, ya pueden imaginarse lo que será con los centenarios.
Una praxis política sostenida sobre el dinero no tiene sentido, fundamento ni futuro.
No hay proporción de la decadencia en nada. Las peleas son simplemente sobre cuánto le tocó a uno en detrimento del otro.
El escándalo del Municipio asunceno que forzó la renuncia de Ferreiro y desató una acción judicial tiene ahora otros capítulos con similares y nuevos actores. Para la visión simplista y maniqueista esta es una lucha para enfriar lo del Municipio.
Por el contrario, esto calienta aun ese tema y debemos agradecer que haya ocurrido porque nos permite tener una visión más amplia sobre “el negocio de la política” en el que se encuentran muchos delincuentes que han terminado por convertir la democracia en un verdadero lupanar a cielo abierto.
La lucha es contra todos. Uno de estos actores claves no tuvo empacho en repetir ante quien lo quisiera oír que la política paraguaya era un gran prostíbulo y que él más que nadie sabía cómo comprar a las meretrices de ocasión. A lo que estamos asistiendo es solo la punta de un iceberg que tiene su impacto sobre toda la estructura social paraguaya. Todo está a la venta y la recuperación debe tener un trasfondo ético que permita estimular las esperanzas y rescatar la política de los mafiosos, sinvergüenzas y cínicos.
La imagen de un político que se cree capaz de engañar a quien se le ponga enfrente se asemeja al ladrón con antifaz que con nocturnidad y alevosía sale con la bolsa llena de dinero de una casa para llevárselo al búnker de sus compinches. Desde ahí se reirá de todos armando una estrategia y desarrollando distintos personajes a la medida de quien se lo quisiera creer.
Soares es un sinvergüenza y un probable delincuente más en esta escena decadente, donde los bandos se dividen en función del conocimiento y cercanía que se tenga con el corrupto de ocasión. Mal por nuestro país, pero favorable para los interesados en limpiar esta cloaca.
Lo que emerge es solo la borra de algo fétido que nos lleva a tener un Estado malgastador en corrupción en un país donde se muere de dengue y de ignorancia.
El ladrón con la bolsa no es un pícaro descarado, es el mosquito que ataca las defensas y lleva a la muerte. Por eso hay que acabar con él antes que él lo haga con nosotros.