Se encuentra en estudio en el Congreso un proyecto de ley que requeriría la mezcla obligatoria de 12% de biodiésel con el petrodiésel, el diésel de origen fósil. El Paraguay importa petrodiésel por valor de unos mil millones de dólares anuales, entonces estamos hablando de una intervención de más de 100 millones de dólares.
Con tanto dinero en juego, no es de extrañar que haya poderosos intereses pujando de un lado y del otro, con sonoras declaraciones, conflictivas opiniones de la más diversa naturaleza, y los infaltables influencers operando a full en el ambiente legislativo. Ante este complejo escenario, vale la pena dar una mirada crítica a algunos de los argumentos expuestos en la controversia.
El uso de biodiésel reduce las emisiones de gases de invernadero. Realidad indiscutible. Durante su crecimiento, la planta de soja, utilizando la energía solar, captura dióxido de carbono del aire, una parte del cual es emitido de nuevo al consumirse el biodiésel. Dependiendo del rendimiento del cultivo de la soja y los insumos utilizados, comparado con el petrodiésel el biodiésel puede reducir las emisiones totales de carbono hasta 50%.
El uso de biodiésel es beneficioso para el medioambiente. Sí, y no. El cambio climático es hoy uno de los mayores riesgos para la naturaleza y el medioambiente. En la medida que la reducción de emisiones de carbono pueda mitigar el cambio climático, el biodiésel podría favorecer al medioambiente. Sin embargo, el aumento de la demanda mundial de biodiésel ha causado la deforestación de millones de hectáreas de bosques tropicales, con irreparable daño a la biodiversidad de esos ecosistemas.
El uso de biodiésel reduce la polución ambiental. Sí, y no. El uso de biodiésel disminuye la emisión de partículas en los escapes, el conocido humo típico de los motores mal regulados, que contribuyen al incremento de afecciones respiratorias. Pero por su mayor contenido de oxígeno y nitrógeno proteico, el biodiésel emite mayores cantidades de óxidos de nitrógeno, conocidos como NOx, que son altamente cancerígenos. Se están investigando alternativas de mitigación, pero las existentes encarecen el producto o los motores donde son utilizados.
Usando el biodiésel producido localmente se ahorran divisas. Mito. Según estadísticas del Banco Central, los precios de intercambio de aceite de soja y petrodiésel son muy similares, alrededor de USD 650 por tonelada. Cada tonelada de biodiésel producido reduce en aproximadamente una tonelada el aceite de soja exportado y el consecuente ingreso de divisas, además de requerir insumos importados para su elaboración.
El uso de biodiésel no impacta el costo del combustible. Mito. El precio del aceite de soja representa casi el 70% del costo de producción de biodiésel, entonces el biodiésel tendrá siempre un precio al menos 30% superior al del aceite de soja, que es similar al precio del petrodiésel.
Las preguntas que debemos hacernos, entonces, son, ¿cuál es el justificativo para imponer un incremento a los costos de producción y transporte de nuestros productos, que reducen nuestra competitividad?, y ¿quién pagará dicho incremento? Reducir emisiones de carbono no es un argumento muy convincente. Conforme con los datos del Banco Mundial, el Paraguay se ubica entre los países de menor emisión de carbono per cápita del mundo, siendo que casi el 100% de nuestra energía eléctrica es de origen renovable hidroeléctrico. También surge una dimensión ética: ¿es correcto que en un mundo en el cual millones de personas pasan hambre, convirtamos uno de los alimentos de mayor calidad que se conocen en biodiésel?
La balanza parece inclinarse hacia agregar valor a nuestra soja estimulando la producción de alimentos, antes que convertirlo en combustible.