La crisis separatista en aquella comunidad autónoma española y las movilizaciones en ambas capitales sudamericanas tienen como común denominador la incapacidad estatal de penetrar y ocupar los espacios sociales y territoriales. Es la representación más elocuente de lo que se conoce como la crisis del Estado de Bienestar o Estado providencia, aquel por el cual este proporcionaba a los ciudadanos de todas las necesidades para la existencia humana (salud, educación e infraestructura de calidad).
La crisis del Estado de Bienestar tiene como consecuencia, el débil anclaje de las instituciones en la sociedad y su característica principal es la facilidad con la que los gobiernos hacen los cambios institucionales. En la medida en que estos cambios sean de fachada; las sociedades no se verán beneficiadas. Fíjese que, ese activismo político-administrativo resulta ilusorio y simbólico. La incapacidad del Estado de compenetrarse con la sociedad impide la ejecución de políticas públicas eficaces y socava su legitimidad ante los ojos de la misma sociedad que pretende regular. Prueba de ello, es la poca confianza de la ciudadanía en sus instituciones públicas, en particular hacia los gestores políticos, la administración central y las instituciones democráticas en general.
Viéndolo así, el problema principal no es el ideológico. Las crisis de Barcelona, Quito y Santiago son la crisis misma del Estado providencia como ente regulador de la vida social. Por eso, no creo en la influencia de los foros ideológicos ni en la del dictador venezolano Nicolás Maduro, como activos gestores de las manifestaciones ciudadanas en varios países de Sudamérica. Eso sí, estoy seguro, que la querrán aupar. Por tanto, la ecuación es simple, los ciudadanos exigen una mejor calidad de vida, y la solución pasa por aplicar reglas eficaces derivadas de la economía y la política.
Aníbal Quijano, en su obra Colonialidad del poder: cultura, eurocentrismo y conocimiento en América Latina, habla de las experiencias exitosas en algunas regiones de nuestro continente, y que consolidaron el poder a partir de la construcción de instituciones más adecuadas y conforme a nuestra cultura.
Y de eso se trata. De conocer la naturaleza humana.
Si usted cree, señora o señor, que las manifestaciones de Barcelona, Quito o Santiago son producto de la crisis del Estado de Bienestar está cerca de hacer ciencia. Si cree que su origen es una cuestión ideológica, hace adivinación.
Y la ciencia siempre supera a la adivinación.
* Abogado, consultor
Para entender las movilizaciones sociales se debe hacer ciencia, y no adivinación.