Fundó junto a otros padres la escuela, gestionó y fundó la Junta de Saneamiento; trabajó incansablemente para abrir caminos y lograr empedrados, tuvo siempre una activa participación en comisiones de deportes; ayuda a enfermos del barrio para acercarlos en su vehículo a centros asistenciales de salud. Don Romero, como es conocido por sus vecinos y amigos, también organiza rifas solidarias y aporta de su bolsillo para ayudar a vecinos que precisan dinero para algún tratamiento médico o tienen algunas otras necesidades.
Es esposo de doña Lidia Rosa Colmán, con quien tiene 11 hijos, ya todos grandes, muchos de ellos ya les hicieron abuelos de numerosos adolescentes y niños que son su adoración.
“Desde que llegué a este lugar comencé a trabajar intensamente para servir a los demás, por eso incursioné y presidí numerosas comisiones para construir y mejorar la escuela, lograr el agua potable, abrir nuevos caminos, ayudar a los vecinos que tienen problemas de salud y otra ayuda que siempre hago”, dijo.
Eduardo Romero Acuña, de 62 años, había llegado a la zona de Colonias Unidas siendo muy joven, desde su Isla Umbú natal, población ubicada a 20 kilómetros al sur de Pilar, en Ñeembucú, a la cual ayudó en varias ocasiones con el envío de camiones con víveres para asistir a los afectados por las crecidas. También se solidarizó con la capilla de Isla Umbú y ayudó económicamente a personas que necesitaban por cuestiones de salud. Vino en busca de un mejor porvenir. Trabajó primero en el centro de Obligado, pero pronto fue contratado por un empresario fabricante de tejas y ladrillos prensados. Se desempeñó en la empresa por cuatro años, pero siendo muy activo y con enormes ganas de salir adelante, luego de esos cuatro años de empleado, ya instaló una minifábrica que a lo largo de los años fue ampliando, siendo el sustento familiar. Desde hace años le acompañan en su empresa todos sus hijos varones con quienes producen y venden diariamente ladrillos y tejas.
La historia de don Romero es la de muchos paraguayos. “Éramos muy pobres en mi familia allá en Isla Umbú y no tenía otra alternativa para salir adelante que abandonar el valle y buscar nuevo horizonte. Un día mi madre me preparó una pequeña maleta con pocas ropas, me hizo para mi avío, me bendijo y partí. Recuerdo que llegué a San Ignacio y no sabía si iba a Asunción o venía hacia Encarnación, hasta que llegó un camión de carga con rumbo a Itapúa y pude venir con el chofer que fue una buena persona conmigo”, rememoró. Apenas consiguió trabajo comenzó a ayudar a su madre y a sus hermanas.
Aclaró que toda su ayuda comunitaria siempre fue apoyada por su esposa y sus hijos. También dijo que su trabajo en la cerámica siempre pudo compartir con su tiempo dedicado a su barrio. Este buen señor también es músico y, en ese sentido, se desempeña como director del dúo Romero-Villalba, un conjunto que ya grabó cinco discos con temas propios y posee guitarras, arpa, acordeón y voces. “Con mi conjunto también actuamos en muchas actividades benéficas solidarias, como en las comilonas probomberos y prosalud, las campañas anuales de Apadem o en otras actividades que se realizan con fines recaudatorios benéficos en las Colonias Unidas”, dijo.