Guido Rodríguez Alcalá
Para ser sincero, no la he visto. Creo que terminaré yendo, porque leí muchos comentarios. Al ecologista inglés George Monbiot le gustó. No le gustó al Vaticano, por demasiado ecologista. Al experto en energía norteamericano Michael Klare le pareció muy buena. Terminaré viéndola para no hacer lo que un colega: escribió un comentario sobre una función de ballet sin haber ido. Se le pilló porque el comentario lo hizo siguiendo el programa impreso, que se cambió por completo en la función.
Mientras me decido, me reconforta que la película Avatar haya batido todos los récords de taquilla. Eso significa que el gran público está interesado en la ecología. Es alentador, porque las estadísticas no son muy alentadoras. En Inglaterra, sólo el 30% de los entrevistados (muestra del resto del país) consideran que el recalentamiento global es un grave problema. En Estados Unidos, el porcentaje llega al 50%. En ambos países, el temor al recalentamiento global ha disminuido a causa de las grandes nevadas.
Las grandes nevadas son consecuencia de la mayor cantidad de vapor existente en la atmósfera -una consecuencia del recalentamiento global-. El frío extremo de ciertos lugares del planeta, por otra parte, se ve compensado con el calor extremo de otros lugares. En general, la temperatura ha subido: los quince años más calurosos de que se tiene constancia se han dado después de 1989. El agua de los mares se ha vuelto más ácida. El hielo de los polos y glaciares se ha derretido.
Por cierto, la ONU ha rectificado una estimación. A través de su departamento de cambio climático, PICC, la ONU pronosticó que el hielo del Himalaya desaparecería en 2035. El cálculo estaba errado, y eso ha puesto muy contentos a los enemigos de la contaminación del mundo. Esa Schadenfreude (alegría por la desgracia ajena) no quita que ahora flote al sur de Australia un glaciar de 50 millas de largo por 25 de ancho, poniendo en peligro la navegación y la vida marina.
La tierra corre un peligro real a causa de la acción del hombre. Con la contaminación corre parejo otro problema: el agotamiento de los recursos naturales. No sé si llegaremos a viajar a otro planeta (como en Avatar) para buscar minerales raros. Pero debemos contar con que nuestros minerales y recursos naturales se nos volverán raros y habrá guerras por los recursos naturales; las hubo ya. La Guerra del Golfo Pérsico de 1991 fue una guerra de recursos. Que la dictadura de Irak atacara a la dictadura de Kuwait no fue una cuestión de principios sino de abastecimiento de petróleo. La segunda Guerra del Golfo (2003) fue “mayormente a causa del petróleo” según Alan Greenspan (de la Reserva Federal norteamericana). En este momento existe una peligrosa rivalidad de las potencias mundiales por el control de los hidrocarburos del Mar Caspio. Lo ideal sería que fuesen a pelearse al planeta Pandora. Como no se van a ir, es preciso que la gente normal de nuestro planeta cambie sus hábitos de consumo y haga cambiar a sus políticos. Así se evitarán la destrucción de la Tierra y las guerras de recursos naturales.