13 may. 2024

Auxiliar a los pueblos indígenas abandonados ante la pandemia

Entre los sectores más vulnerables ante el azote de la pandemia del Covid-19, los pueblos indígenas sufren de manera especial, en muchos casos en situación de total aislamiento y abandono por parte del Estado. Un caso sintomático es el de la Comunidad La Patria, del Pueblo Angaité, en la zona de Puerto Pinasco, cuyos miembros estuvieron manifestándose durante cinco días sin que ninguna autoridad acuda a oír sus reclamos. Los Angaité llevan cinco meses sin fuentes de sustento y ya no tienen qué comer, según la denuncia de sus líderes. El Gobierno no debe ahondar la brecha de olvido y marginación en que se ha mantenido durante mucho tiempo a las etnias indígenas, especialmente en la actual emergencia del coronavirus.

Desde que se inició la pandemia del coronavirus, unas mil familias del pueblo originario Angaité, de la comunidad La Patria, conformada por unas 18 aldeas en la zona de Puerto Pinasco, en la región del Chaco, a unos 500 kilómetros de Asunción, se quedaron sin fuentes de sustento cuando los estancieros dejaron de contratar a obreros y jornaleros.

Soportaron unos cinco meses hasta que se agotaron los peces, animales silvestres y frutos de sus cultivos. Una sola vez funcionarios de la Secretaría de Emergencia Nacional les acercaron víveres, que se agotaron en pocos días. Ante la crítica situación, los indígenas salieron a manifestarse con cierre de rutas durante cinco días, desde el lunes 10 de agosto hasta el viernes 14, sin contar con la presencia de las autoridades. Ahora anuncian que, si siguen sin recibir respuestas, clausurarán la ruta Transchaco.

El caso de la comunidad La Patria es apenas uno más entre los varios episodios que sufren los pueblos originarios en esta pandemia.

Habitualmente considerados como “los más pobres entre los pobres”, los indígenas ya venían sufriendo situaciones de vulnerabilidad, aislamiento y olvido; en muchos casos, sufriendo el despojo de sus tierras ancestrales e incluso siendo víctimas de actitudes de discriminación desde sectores de la sociedad, condiciones que se han agravado aún más con la crisis del coronavirus.

Según datos oficiales, el 66,2% de las personas indígenas –siendo muchas de ellas niñas y niños– se encuentran en situación de pobreza, lo cual constituye 2 de cada 3 personas. Esto implica que unas 81.000 personas indígenas viven en situación de pobreza, y que la mitad de ellas están en la pobreza extrema, es decir el 34,4% de la población indígena, de acuerdo con lo señalado por un documento dado a conocer en la víspera por el Grupo de Apoyo a Comunidades Indígenas, que reúne a varias organizaciones, como Asociación Callescuela, Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay, Coordinadora por los Derechos de la Infancia y la Adolescencia, Coordinadora de Mujeres Campesinas e Indígenas, Decidamos, Servicio Paz y Justicia Paraguay, entre otras.

La denuncia enumera varios casos y sostiene que “la profunda pobreza y la violación de sus derechos territoriales ilustran en gran medida esta zozobra en la cual están viviendo ya desde hace mucho tiempo. La falta de respuesta del Estado no solo fue evidente antes de la pandemia: sigue siendo evidente durante la pandemia”.

Exhortan al Estado paraguayo a crear planes especiales para la asistencia eficaz y eficiente a las comunidades indígenas, planes que deben contar con la intervención de diversos organismos estatales. “También es necesario que se superen los problemas de burocracia y escasez de recursos para llegar a todas las comunidades indígenas, garantizándoles sus derechos para una vida digna”, apuntan.

Es urgente escuchar este reclamo. El Gobierno debe dejar de ignorar estas demandas, y debe dejar de ahondar la brecha de olvido y marginación en que se ha mantenido durante mucho tiempo a las etnias indígenas, especialmente en la actual emergencia del coronavirus. Las comunidades indígenas merecen una respuesta.

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