24 abr. 2024

Aún falta romper otras cadenas para la verdadera independencia

A 208 años de la gesta de la Independencia, cuando los próceres de mayo nos liberaron del dominio colonial, el Paraguay aún necesita liberarse de otras cadenas, como la pobreza, la corrupción, la deficiente calidad de la educación, la falta de un mejor sistema de salud pública, la inconsciencia para cuidar y proteger el medioambiente y los recursos naturales, la persistencia de una rosca de políticos y de autoridades con escaso patriotismo, la ausencia de políticas públicas más duraderas que hagan posible un desarrollo con equidad y justicia social. Un desafío que corresponde asumir a cada ciudadano.

Han pasado 208 años desde aquella histórica noche y madrugada del 14 y 15 de mayo de 1811, cuando un grupo de patriotas emergió desde un oscuro callejón a intimar con cañones al entonces gobernador español Bernardo Luis de Velasco y Huidobro, logrando su rendición para que el Paraguay se convierta en una nación libre y soberana.

En estas conmemoraciones por las fiestas de la Independencia y el Día de la Madre, que unen ambos homenajes en la simbólica figura de la Madre Patria, valorando además la importante misión cumplida por las madres paraguayas en momentos decisivos de la historia, es necesario resaltar que para que nuestro país pueda ser enteramente libre y soberano aún restan importantes batallas por librar y quedan muchas otras cadenas que también se deben romper.

Las luchas actuales por la verdadera independencia ya no implican tal vez alzamientos armados contra antiguos imperios coloniales, ni significan campañas bélicas contra ejércitos invasores, sino son batallas más decisivas que se deben seguir librando contra otros enemigos que impiden el desarrollo de un país más transparente, democrático, justo y con mejores oportunidades de vida digna para todos sus habitantes.

A más de dos siglos de la gesta de la Independencia, cuando los próceres de mayo nos liberaron del dominio colonial, el Paraguay aún necesita liberarse de otros yugos como la pobreza, la corrupción, la deficiente calidad de la educación, la falta de un mejor sistema de salud pública, la inconsciencia para cuidar y proteger el medioambiente y los recursos naturales, la persistencia de una rosca de políticos y de autoridades con escaso patriotismo, la ausencia de políticas públicas más duraderas que hagan posible un desarrollo con equidad y justicia social.

De nada sirve que legisladores o altos funcionarios estatales se pongan a cantar el Himno Nacional e izar la bandera tricolor en un acto público, cuando soportan acusaciones de haber robado el dinero público, cuando tratan de evadir a la Justicia con chicanas o arreglos extrajudiciales. De nada sirve lucir una escarapela en el pecho o pronunciar encendidos discursos patrióticos, cuando son señalados por votar en el Congreso en contra de los intereses nacionales o populares, o por firmar decretos o sentencias que matan las esperanzas de justicia y redención para los sectores más humildes y marginados de la sociedad.

Es difícil hablar de independencia en un país donde el 24,2% de la población aún vive en situación de pobreza y un 4,8% en situación de pobreza extrema; en donde el sistema educativo es todavía de muy baja calidad, en donde la institucionalidad democrática aún es muy vulnerable a los arrebatos autoritarios y a los intereses creados de una clase política mediocre y poco sensible a las necesidades de la gente.

A pesar de todo, la verdadera independencia sigue siendo conquistada cotidianamente, gracias a la lucha de sectores sociales y ciudadanos que emergen y se movilizan cada vez con más fuerza en los intentos de derrotar a la corrupción, y que últimamente está obteniendo éxitos en derrocar a algunos líderes mafiosos y a estructuras autoritarias. Es el desafío que da continuidad a la histórica gesta de mayo de 1811 y que le corresponde asumir a cada ciudadano.

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