Una explosión en un oleoducto en México, que dejó al menos 79 muertos, renovó la atención sobre la estrategia del Gobierno para detener el robo de combustible mientras que familiares de las víctimas dijeron que la escasez de gasolina derivada del plan fue lo que los llevó a arriesgar sus vidas.
El ducto Tula-Tuxpan sufrió una perforación el viernes a pocos kilómetros de una de las principales refinerías del país. Según las autoridades, alrededor de 800 personas se reunieron para llenar cubos y contenedores de plástico desde la fuga, que horas después derivó en el estallido.
El secretario de Salud, Jorge Alcocer, informó ayer que 79 personas habían muerto por el incidente y que otras 66 permanecían hospitalizadas, muchas de ellas con quemaduras graves.
Varios pobladores del municipio Tlahuelilpan, en el central estado Hidalgo, dijeron que sus familiares habían estado batallando para encontrar combustible y acudieron al ducto porque estaban desesperados por llenar los tanques de sus vehículos.
“Vinieron muchas personas inocentes, tal vez su coche no tenía suficiente gasolina para mañana, y dijeron que solo tomarían unos pocos litros”, dijo el agricultor Isidoro Velasco, de 51 años, que esperaba noticias de su sobrino a quien creía probablemente muerto.
A finales del mes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó una ofensiva contra el robo de hidrocarburos, que según el Gobierno significó pérdidas por unos 3,000 millones de dólares para la empresa estatal en 2017.
El plan, que consiste en el cierre de tuberías para evitar que sean “ordeñadas” por delincuentes, provocó una escasez generalizada de gasolina en el centro del país, incluido Hidalgo, al norte de Ciudad de México.
A pesar del desastre, López Obrador dijo que su decisión de combatir el robo no se había debilitado.
“Que quede claro que no voy a dar ni un paso atrás”, aseguró el mandatario. “Ofrezco nada más a la gente disculpas si esta acción causa sacrificios, daños, molestias, pero lo tenemos que hacer”.
López Obrador dijo que esperaba que el suministro se normalizara la próxima semana en todo el país, a medida que México compra más camiones cisterna para la distribución por carretera.
Las encuestas muestran que la medida ha gozado hasta ahora de un amplio apoyo popular, a pesar de las dificultades y las largas filas en las estaciones de servicio. Sin embargo, el desastre en Tlahuelilpan generó un renovado escrutinio sobre la estrategia.
López Obrador ha enfrentado repetidas preguntas sobre la tragedia, exigiéndole que explique por qué los soldados desplegados para proteger el ducto no alejaron a las personas de la fuga y la rapidez con que fue cortado el suministro después de que Pemex detectó la fuga.
El director general de la petrolera estatal, Octavio Romero, dijo el sábado que se había cerrado una válvula en la tubería tras notarse una caída en la presión de la fuga. Sin embargo, el combustible siguió brotando antes de que explotara, sin pérdida visible de presión.