20 dic. 2025

Aumenta la cifra de muertos por rotura de dique en Brasil

Desastre. Los rescatistas están preocupados por el número de desaparecidos, casi 300.

Desastre. Los rescatistas están preocupados por el número de desaparecidos, casi 300.

La catástrofe causada por la ruptura de una represa de la minera Vale en la ciudad de Brumadinho, en el sureste de Brasil, deja ya un balance de al menos 34 muertos y cerca de 300 desaparecidos, mientras los equipos de rescate se afanan para buscar más supervivientes en medio de la lluvia.

El presidente Jair Bolsonaro sobrevoló ayer la zona afectada en helicóptero y dijo que su Gobierno hará todo lo que esté a su alcance para pedir justicia y prevenir nuevas tragedias como esta o la ocurrida hace 3 años en Mariana, de características similares y en la que murieron 19 personas.

“Es difícil estar delante de todo ese escenario y no emocionarse”, subrayó Bolsonaro, quien aceptó la ayuda ofrecida por Israel en las labores de rescate. En medio de la conmoción y un vaivén de cifras sobre desaparecidos y rescatados, los bomberos mantienen la esperanza de hallar a más personas con vida, a pesar de que el número de víctimas mortales pasó de 11 a 34 en cuestión de horas.

Las autoridades no aclararon si entre los 34 fallecidos se encuentran los ocupantes de un autobús localizado entre el lodazal y en el que viajaban algunos empleados que no sobrevivieron. “Está todo el mundo desolado. Aún no dan informaciones sobre si está vivo, si está muerto y queda esa ansiedad enorme. No se sabe qué va a pasar y la espera es muy angustiante”, dice André Luis Dutra, sicólogo voluntario, de 34 años y que también trabajó asistiendo a las víctimas de Mariana.

Dutra se encarga de transmitir a las familias un pensamiento positivo y la idea de que por más que las posibilidades de sobrevivir sean pequeñas, tienen que agarrarse a ellas. Para él, lo ocurrido en Brumadinho, no es un accidente, es una negligencia y un crimen y alerta de que hay unas 400 represas similares en Minas Gerais que son auténticas bombas de relojería.

“¿Cuántas personas tienen que morir más para que las autoridades tomen alguna providencia?”, se preguntó. Cerca de él se encuentra Giovani de Oliveira, de 22 años. Busca a su amigo de la infancia, quien trabajaba desde hacía 5 meses en el complejo minero como montador.