Por Sergio Cáceres Mercado
George Orwell es el único que pudo escribir una novela donde los animales de una granja son malos con sus dueños (“Rebelión en la granja”). En general se escriben historias divertidas de ellos. O que lo digan “Babe, el chanchito valiente”, “Vacas vaqueras”, “Garfield 2", o esta última entrega animada: “La granja”.
La que nos toca comentar cumple con lo esencial: entretiene y divierte. No tiene secuencias lentas, que suelen ser insoportables para los más pequeños, siempre impacientes. Están todos los animales clásicos de una granja, e incluso algunos no tan comunes como un ratón o una comadreja. Los enemigos esta vez son los coyotes.
La trama es sí no es tan original. El hijo desobediente que al final aprende a la fuerza la lección y se redime con una acción heroica. Nada nuevo bajo el sol de las fábulas infantiles.
Lo interesante de esta película son sus protagonistas principales: “las” vacas. Entrecomillo el artículo determinado, porque ahí radica la vuelta de tuerca. Otis, el hijo, y Ben, el padre, son machos como la ley manda. Tienen voz de hombre, se enamoran de mujeres y hacen las cosas “normales” de los machos. Lo anormal está en que son dibujados ¡con ubres! Ya nos llegó la noticia de que esto causó polémica en Estados Unidos. No buscamos la información del por qué los autores decidieron dibujar de esta manera a estos animales, por lo que solo podemos especular. Lo cierto es que desconcierta en un primer momento, pero luego es desafiante. Quiero creer que esta era la intención. ¿Cómo explicar a los niños que son y no son vacas, al mismo tiempo? ¡Ni siquiera tienen cuernos! Puede ser una broma pesada de los creadores o un mensaje de cómo nuestra sexualidad está condicionada por lo social. Usted decide.
Ficha técnica
Calificación: Buena (***)
Director: Steve Oedekerk.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 90 min.
Género: Animación, comedia.
Producción: Steve Oedekerk y Paul Marshal.
Música: John Debney.