14 jun. 2025

Asesino universitario envió, entre tiroteos, fotos a la TV

El retrato que emerge hoy de Cho Seung Hui, señalado como el asesino de 32 personas en la Universidad Politécnica de Virginia, es el de un joven gravemente perturbado, al que un tribunal había declarado un “peligro” y que, entre un tiroteo y otro, envió un paquete de escritos y fotos a la cadena NBC. FOTOGALERÍA.

18/ABRIL/2007

El paquete “puede ser un componente muy nuevo y clave para la investigación”, dijo hoy Steven Flaherty, superintendente de la policía estatal de Virginia, en una rueda de prensa en la universidad.

NBC indicó que Cho envió por correo el paquete entre el primer tiroteo y el segundo, y que el material llegó hoy a su sede en Nueva York.

El lunes, Cho mató a dos personas poco después de las siete de la mañana en una residencia estudiantil cercana a la suya. Unas dos horas después abría fuego en un edificio de aulas, donde asesinó a 30 antes de suicidarse.

La policía había dicho hoy por la mañana que no sabía qué había hecho Cho en ese intervalo.

La cadena no ha revelado el contenido de los escritos y las imágenes, pero lo ha calificado como “perturbador”.

NBC dijo en un comunicado que pasó los originales “inmediatamente” a la policía y que coopera totalmente con las autoridades.

Hoy además se supo que dos estudiantes se habían quejado de acosos por parte de Cho a finales de 2005 y que varios profesores habían alertado del carácter violento de sus escritos y su conducta excéntrica.

La primera queja respecto a Cho tuvo lugar en noviembre de 2005, cuando una estudiante dijo a la policía de la universidad que el alumno surcoreano le había molestado en persona y con llamadas telefónicas “irritantes”, pero no amenazantes.

En diciembre de 2005, otra estudiante informó a la policía de que Cho le había mandado mensajes y quería que no la contactara de nuevo, aunque tampoco en este caso hubo amenazas.

También se ha sabido que un “conocido” del surcoreano advirtió a la policía de la universidad de que el alumno tenía “tendencias suicidas”.

Un tribunal estatal declaró a Cho como un “enfermo mental” y un “peligro inminente para otros”. El alumno fue trasladado a un hospital psiquiátrico, donde permaneció por un período de tiempo no divulgado.

No obstante, después de ese incidente, la Policía no tuvo más contactos con Cho.

La policía aún no ha descubierto ningún vínculo entre el agresor y los alumnos y profesores que mató, y hoy analiza sus trabajos de ficción, repletos de violencia, según han descrito sus profesores, para entender qué le llevó a cometer la matanza.

La catedrática de Filología Inglesa de la Universidad, Lucinda Roy, se había puesto en contacto con la policía para expresar “preocupación por los escritos de Cho”, aunque no hubo una queja formal.

Los textos no expresaban “intenciones amenazantes o aludían a actos criminales” y en esa asignatura se estimulaba el uso de la creatividad, explicó la Policía, por lo que no se tomaron medidas.

No obstante, sus profesores detectaron que algo le pasaba. Nikki Giovanni, que lo tuvo en una de sus clases, dijo hoy a CNN que su poesía era “intimidatoria” por su violencia y relató que otros alumnos estaban nerviosos porque Cho les hacía fotos con su teléfono celular durante las aulas.

Giovanni logró que se le expulsase de su clase tras amenazar con dimitir.

Las autoridades universitarias creyeron en un principio que los disparos en la residencia fueron parte de un crimen pasional y por ello no alertaron a los estudiantes de la universidad del peligro hasta más de dos horas más tarde, cuando ya había comenzado el segundo ataque.

Ahora muchos cuestionan esa decisión y el gobernador del Estado de Virginia, Tim Kaine, anunció hoy que designará una comisión que investigue la manera en que la universidad reaccionó a la emergencia.

La universidad reabrió hoy sus oficinas administrativas tras el tiroteo más letal en la historia de Estados Unidos, pero más difícil para profesores y alumnos será reponerse de la tragedia.

“Hay que volver al día a día para salir adelante”, afirmó Kwasi Atta, un estudiante de ciencias económicas de 21 años.

“Nunca vamos a olvidar esto, pero necesitamos superarlo de alguna forma”, coincidió el saudí Naif Albelwi, de 25 años, quien cursa administración de empresas. EFE