“Nuestro mundo está asolado por la guerra, golpeado por el caos climático, marcado por el odio y cubierto de vergüenza por la pobreza, el hambre y la desigualdad”, señaló días antes de la cita anual el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, llamando a la humanidad a “unirse” para encontrar soluciones.
Una esperanza de unidad que, sin embargo, parece inalcanzable, como demuestran los debates en torno a la participación vía video del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Debido a la pandemia de Covid-19, en 2020 y 2021, los discursos de los líderes durante la Asamblea General se habían realizado, al menos en parte, por video.
Pero este año se ha vuelto a las reglas habituales: para tener derecho a voz en la Asamblea General a partir del martes, hay que estar presente. Con la notable excepción de Zelenski, luego de que el viernes los Estados miembros aprobaran una propuesta para permitirle transmitir un mensaje pregrabado mientras lidera la respuesta militar a la invasión rusa a su país.
Siete naciones votaron en contra de esta iniciativa (Rusia, Bielorrusia, Siria, Cuba, Corea del Norte, Eritrea y Nicaragua), argumentando que debería extenderse a todos los líderes, ya que el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo chino, Xi Jinping, no planean viajar a Nueva York.
Según Richard Gowan, analista del International Crisis Group, Zelenski recibirá mil veces más atención que la mayoría de los discursos de otros líderes presentes, pero debe tener cuidado. “Muchos políticos no occidentales están resentidos con Occidente por centrarse en Ucrania”, opinó.