25 nov. 2025

Armas de la guerra en Ucrania

Rusia está empleando en su ofensiva contra Ucrania parte de su nueva generación de misiles, calificados por Moscú como “invencibles”, “hipersónicos”, de alcance ilimitado o invisibles al radar, cuatro años después de que fueran presentados por Vladimir Putin.

Los misiles hipersónicos Avangard (“vanguardia” en ruso) de Rusia son capaces de cambiar de rumbo y altitud a velocidades muy altas, lo que los hace “prácticamente invencibles” según Putin, quien compara el avance científico y militar de su desarrollo “con la creación del primer satélite artificial de la Tierra”, el famoso Sputnik.

Probados con éxito en diciembre de 2018, su velocidad alcanzó Mach 27, o 27 veces la velocidad del sonido, y golpeó un objetivo ubicado a unos 6.000 km de distancia, según el ministerio de Defensa ruso. Esos misiles fueron puestos en servicio en diciembre de 2019.

Usados por primera vez el viernes por el ejército ruso, los misiles hipersónicos Kinjal (“daga” en ruso) permitieron la destrucción de un almacén subterráneo de armas en el oeste de Ucrania.

Este tipo de misiles, muy manejables, pueden sortear a los sistemas de defensa antiaérea, según Moscú. Durante las pruebas, alcanzaron todos sus objetivos a una distancia de hasta 1.000 a 2.000 km. Equipan los aviones de guerra MiG-31.

Según los expertos, el uso de armamento hipersónico en Ucrania no tiene precedentes.

Se supone que el misil balístico pesado intercontinental Sarmat de quinta generación evade las defensas antimisiles.

Con un peso de más de 200 toneladas, es más eficiente que su predecesor –el misil Voevoda con un alcance de 11.000 km– y “prácticamente no tiene límites en términos de alcance”, según Putin, que asegura que sirve incluso para “apuntar a objetivos atravesando tanto el polo Norte como el polo Sur”.

Las características técnicas de los sistemas láser de combate Peresvet (“muy claro” en ruso) se clasifican como secretos. Han estado listos para el combate desde diciembre de 2019, según el ministerio de Defensa.

El Poseidón, un dron submarino de propulsión nuclear, es capaz de viajar a más de un kilómetro de profundidad, a una velocidad de 60 a 70 nudos, siendo invisible para los sistemas de detección, según una fuente del complejo militar-industrial ruso, citada por la agencia oficial TASS.

Las primeras pruebas con este aparato se llevaron a cabo en la primavera de 2020 desde el submarino Belgorod. Putin insiste en su “alcance ilimitado”.

UCRANIA. Misiles portátiles y drones de bajo coste protagonizan el “escaparate” armamentístico de la guerra de Ucrania. Su uso ha sido clave para que un ejército con pocos recursos como el ucraniano haya plantado cara a las poderosas fuerzas armadas rusas y condicionará, según los expertos, la estrategia militar de otros países.

Los antitanques estadounidenses Javelin y los británico-suecos NLAW, que con un peso de entre 10 y 25 kilos pueden llevarse al hombro y son capaces de penetrar en los blindajes más modernos, se han revelado como una de las armas decisivas en la guerra de Ucrania, explicó a Efe Nick Reynolds, analista del “think tank” Royal United Services Institute (RUSI).

Los antiaéreos Stinger, también estadounidenses, un dispositivo que puede transportar asimismo un único soldado, otorgan a los ucranianos la capacidad de derribar aviones y helicópteros en un rango de unos 8 kilómetros y son otro de los puntos fuertes del arsenal de Kiev, en gran parte donado o vendido por Occidente.

La capacidad defensiva de Ucrania la completan los drones turcos Bayraktar, dispositivos de precisión capaces de vigilar desde el aire más de 24 horas seguidas y atacar a blindados individuales.

A un precio de menos de un millón de dólares por unidad, frente a los 30 millones de dólares que puede costar un Predator estadounidense, los Bayraktar, aparatos de unos 12 metros de envergadura, prometen dar un impulso a la industria turca en los próximos años.

El desarrollo de la guerra, en la que el Ejército ucraniano está logrando paralizar con armas ligeras el avance de la artillería pesada rusa, “definitivamente va cambiar cómo se estructuran las fuerzas militares” en el futuro, destacó Reynolds.

SIMPLES Y EFECTIVAS. Los países de la OTAN afrontan limitaciones a la hora de entregar armamento a Kiev. Por un lado, solo se envían sistemas considerados defensivos. Al mismo tiempo, deben seleccionar armas que los ucranianos ya sepan usar o que sean lo suficientemente simples como para ser utilizadas con un entrenamiento mínimo.

Ese es uno de los puntos fuertes de los antitanques británicos NLAW, un lanzamisiles “directo” y “potente”, con un rango de ataque de 1 kilómetro, pero menos sofisticado que los Javelin, más “efectivos” y con capacidad para fijar objetivos a 4,5 kilómetros de distancia.

Los antitanque estadounidenses “son lo suficientemente complejos para que no hubieran resultado útiles si se hubieran entregado con poco tiempo de margen”, indica Reynolds. Washington, sin embargo, había formado ya a una unidad ucraniana que se especializó en su manejo.

Otros grupos del Ejército de Ucrania, pese a todo, no tienen entrenamiento específico y no han recibido los Javelin, entre otras armas.

Los países occidentales pueden haber evitado asimismo entregar ciertos sistemas a Kiev para asegurarse de que no caen en manos de Rusia, que podría “diseccionarlos” para comprender mejor sus características, aumentar sus defensas e impulsar su desarrollo industrial.

A pesar de la efectividad de esos sistemas portátiles, “nadie debería concluir que esas armas van a solucionar todos los problemas en el campo de batalla”, resalta Reynolds, que alerta de que parte del éxito del ejército ucraniano se debe a los fallos estratégicos que ha cometido el Kremlin.

Las debilidades del despliegue ruso “están haciendo que las fuerzas blindadas estén mal vistas en este momento. Están levantando dudas sobre la utilidad de los tanques y los vehículos blindados”, afirma el experto.