Marian Quiroga
Es común escuchar, cuando se pone de moda algún fenómeno o circunstancia que tiene que ver con las aplicaciones en internet, que las personas hagan mención a los algoritmos como los “malos de la película”, los causantes de todas las vicisitudes y problemas en el ciberespacio. “El algoritmo de tal aplicación hace esto”, “el algoritmo de la otra aplicación hace lo otro”, pero a pesar de estos ciberjuicios de valor sobre los algoritmos muy poca gente sabe qué son.
El ingeniero Miguel Gaspar, experto en ciberseguridad, explica sobre el algoritmo informático, los tipos, características y cuáles son las acciones a tener en cuenta a la hora de instalar alguna aplicación. ORIGEN
Ante todo, el término algoritmo ni siquiera está ligado originariamente a la informática o internet. La palabra algoritmo es de origen árabe. Proviene de Al-Khwarizmi, sobrenombre del célebre matemático Muhammed ben Musa al-Khwarizmi quiere decir de Khwarizm, el estado donde nació Ben Musa. Al-Khwarizmi fue geógrafo, astrónomo y matemático. En geografía, nos dejó un mapamundi que actualizaba los mapas de Ptolomeo. Pero sus aportaciones más conocidas lo fueron a las matemáticas. Su libro Al jabr dio nombre a la disciplina que hoy conocemos como Álgebra y en él se explicaba el método que se utiliza actualmente para resolver ecuaciones de segundo grado. En otras palabras, Al-Khwarizmi escribió un conjunto de pasos precisos, definidos y finitos para hacer operaciones matemáticas. Eso es un algoritmo. INFORMÁTICO
Hoy, 75 años después, los ecosistemas algorítmicos constituyen el corazón no solo de aplicaciones, sino de dispositivos, supercomputadoras, fábricas, hospitales, ejércitos y hasta programas de entretenimiento. A pesar de esta trama, que parece de ciencia ficción, no se debe olvidar que los algoritmos son escritos por seres humanos, analizados, probados, corregidos e implementados por seres humanos, y por ello es posible encontrar en ellos las “firmas” propias de la humanidad, como discriminación, racismo, orientación o engaño. Estas realidades constituyen los sesgos algorítmicos. Los sesgos son temas abordados en países que han madurado más la protección de datos personales, y hoy es cada vez más frecuente hablar de Data Dignity (Dignidad de los Datos), tratar a los datos con la misma dignidad que a las personas impidiendo sesgos que puedan atentar contra las mismas. “Fue conocido el caso del algoritmo de una plataforma de transportes que, pudiendo detectar el nivel de batería del celular del usuario (parte de la información que recolectan), podía especular con el precio haciendo el viaje más caro si menor era el nivel de batería, pues entendía que este hándicap hacía que el usuario esté dispuesto a pagar más por el viaje”, cuenta Miguel Gaspar. Además relata que durante la pandemia se dieron casos de sesgos algorítmicos en dispositivos que se volvieron imprescindibles, como los oxímetros, en donde no se había detectado hipoxemia oculta en una comparación de a pares, afectado a personas con tonalidades de piel oscura. “Hoy convivimos con algoritmos, ellos con nosotros, y mientras en Paraguay nos debatimos aún en la importancia de permitir que fotografíen nuestras cédulas, en otras partes del mundo se está tratando la prohibición de la recomendación algorítmica a los niños”. No son los malos de la película, son líneas de programación que surgieron de los cerebros de los desarrolladores, de las necesidades de los gobiernos y las compañías, de las oscuras propuestas de los cibercriminales, pero lo que sí es cierto es que hacen su trabajo, mal o bien, y siguen allí en silencio, funcionando de forma precisa, definida y finita. “La mayoría de nosotros, de una forma u otra, interactúa con Google a diario”. El experto en ciberseguridad cita algunos de los algoritmos que Google “comparte con nosotros”: Google Panda. Este algoritmo es el llevado a cabo por Google en 2011 y consistía en el análisis del contenido de páginas webs. Con este análisis nace en muchas empresas la necesidad de mejorar la calidad de la web para un buen posicionamiento, ya que antes de que este algoritmo saliese a la luz el posicionamiento web era mucho más fácil. Venice. Este algoritmo ve la luz en 2021. Con este nuevo algoritmo cuando un usuario busca un bien o servicio concreto, Google le proporcionaba aquellas webs que lo ofrecieran y, además, que se encontraran cerca de la ubicación del usuario. Todo esto sucedía sin la necesidad de que el usuario escribiese en su búsqueda el nombre de su localidad. Hummingbird. Nace en el 2013 y analiza la semántica de las búsquedas de los usuarios. De esta forma daba resultados más naturales en un intento de tratar que los resultados respondieran de mejor forma a lo que el usuario buscaba. Mibelegeddon. Este cambio de algoritmo que se implanta en 2015 hizo que las webs se pudiesen adaptar tanto a los teléfonos móviles como a tabletas u ordenadores de mesa. Esto daba la oportunidad de que la web se ajuste a todos los dispositivos mencionados. Existen algoritmos incorrectamente edificados que pueden significar actos de injusticia para las personas involucradas. El experto sugiere ante todo tener en cuenta siempre el principio de proporcionalidad. “Eso significa que es proporcional lo que la aplicación me pide y me va a dar en función de lo que yo necesito de ella, la relación proporcional entre el uso y el beneficio que le voy a dar a esa aplicación”, explica y añade: “Si yo necesito la aplicación de una linterna y veo que la aplicación me pide acceso al micrófono y a la cámara, es totalmente abusivo porque no tiene proporción. “Para qué abrir micrófono y cámara para utilizar una linterna?”. Ante toda esta situación, Gaspar recomienda tener una “disciplina digital” para no descargar aplicaciones “que no tienen que ver con mi entorno, con el trabajo, aplicaciones que no sean necesarias y que vengan de fuentes inseguras”, culmina.
Un experto en ciberseguridad explica sobre el algoritmo, tipos, características y cuáles son las acciones a tener en cuenta a la hora de instalar las apps.
