Por Hugo Rubin
La prehistoria del periodismo podría iniciarse con la creación del lenguaje, pasando por el registro y transmisión de ideas y, principalmente, la escritura. Relatos épicos, leyendas, recetas, poemas, fueron los primeros reportes de actividades humanas.
Hubo otros sistemas de impresión, pero el creado por Gutenberg permitió la diseminación de la Biblia y otros libros. El primer periódico apareció en Colonia en 1594, Mercurius Gallobelgicus, en latín, y sobre cuestiones del Imperio. En el siglo XVII surgen las primeras publicaciones de noticias en Europa.
En 1623 se editaba un libro semanal informativo en Londres, mientras la monarquía –huyendo de la peste– publicó la Oxford Gazette desde 1665. Y se puede decir que nuestro tatarabuelo es el Daily Courant, de impresión diaria a partir de 1702, que también cuenta con el honor de haber tenido a la primera mujer, editora en jefe, de la historia del periodismo. En ese entonces los británicos ya exigían por ley incluir el nombre del impresor y el lugar de publicación.
Hacia esa época, un diario de las colonias americanas sufrió el primer acto de censura: fue clausurado por publicarse sin licencia, aunque existen datos de que en realidad había molestado a las autoridades un artículo sobre una aventura extramatrimonial del rey de Francia con su propia nuera.
Hacia 1750 ya existían 14 periódicos en Nueva Inglaterra. Y en la década de la Independencia, de las 89 publicaciones en 35 ciudades importantes, la mayoría era opositora al régimen británico, debido a las presiones impositivas. En esos años el Gobierno también clausuraba a los medios opositores y condonaba deudas a los complacientes.
En el siglo XIX las publicaciones pasaron de ser folletines políticos a verdaderos negocios y prensa real. Se destacó el New York Herald, de James Gordon Bennet, que desde que se fundó en 1835 fue incorporando, siempre a la vanguardia, noticias de la Bolsa, deportes, reporteros en el Congreso, corresponsales extranjeros, periodistas de investigación y sucursales en Europa, como el Paris Herald.
A finales de ese siglo y principios del XX, los magnates Hearst y Pulitzer, con sus respectivos monstruos de la información impresa, iniciaron la guerra por la distribución y mercadeo, así como la lucha por la primicia a cualquier costo, acuñándose debido a ellos el término “prensa amarilla”.
A partir de allí, los inventos y descubrimientos de Marconi, Hertz, Tesla y Edison, entre otros, marcan el nacimiento de la radio y, tiempo después, la televisión, cada una con sus particularidades.
Desde la creación de la computadora en 1941 y de internet en 1990, todos le medios de comunicación estamos en peligro de extinción o, al menos, ante la obligación de evolucionar o desaparecer. Igual que al comienzo…