En estos tiempos las revoluciones ya no se hacen con las armas ni con la fuerza bruta, sino con el intelecto. Si vivimos en democracia, el raciocinio es el fusil más efectivo. Así lo entendió la comunidad paraguaya de informáticos, que elevó su voz de protesta ante lo que podría ser una nueva multimillonaria decepción del Estado; esta vez, en el campo de las TIC.
Antes de ingresar al meollo de la cuestión, es importante remarcar que Paraguay tiene uno de los índices más bajos de inversión en ciencia y tecnología, así como en innovación. De acuerdo con el Conacyt, el Gobierno paraguayo aún no invierte ni el 1% del producto interno bruto (PIB) en proyectos científicos. Resulta paradójico, pues el último informe del Centro de Informaciones y Recursos para el Desarrollo (CIRD) señaló que las industrias culturales y creativas (ICC) contribuyen con el 4,1% del PIB y representan aproximadamente el 0,5% de las exportaciones totales del país. Es decir, el esfuerzo casi predominante lo están haciendo los emprendedores del sector privado.
En el Índice Global de Innovación 2018, Paraguay cayó un puesto y se ubica 86 en el mundo, mientras que en Latinoamérica ocupa la posición 11. ¿Cuáles son sus principales falencias? Precisamente, el bajo gasto en este sector y la debilidad de las instituciones, precisa el reporte. El ambiente político, la calidad del marco regulatorio y la dificultad para empezar negocios son los grandes obstáculos.
Teniendo en cuenta estos aspectos, no es de extrañar que los técnicos del ámbito tecnológico estén cuestionando la poca claridad del Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Mitic) a la hora de explicar el proyecto de Agenda Digital. Para financiar esta iniciativa, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorga un préstamo de USD 130 millones, el cual será pagado por el Estado (nosotros) en 24 años.
Los componentes que integran el programa son Gobierno Digital, Economía Digital, Conectividad y Fortalecimiento Institucional. De acuerdo con los cálculos previos, estas aristas recibirán USD 32,6 millones, USD 29,6 millones, USD 47,9 millones y USD 13,4 millones, respectivamente. El resto de los recursos se utilizaría en consultorías, gestiones y monitoreo.
A la fecha, la comunidad científica y académica no recibió el desglose técnico de los componentes, cómo se calcularon los valores de inversión, cuáles son los proyectos específicos que se van a abordar para ayudar a la salud, a la educación y a la economía; entre otras interrogantes. Sin embargo, ya hay licitaciones planificadas. Por ejemplo, se habla de dar financiamiento a iniciativas en el marco de internet de las cosas (IoT) y big data, pero hay nula explicación sobre esto. Tampoco, hasta ahora, se ha ahondado en lo concerniente al objetivo de ciberseguridad.
PARTICIPACIÓN AMPLIA Y TÉCNICA. La Agenda Digital es una causa nacional y debe ser encarada como tal. Su impacto alcanzará a todos los campos de la sociedad. Es importante dar participación a todos los involucrados, no limitar a 25 personas un auditorio o a escuetas charlas, como propone hoy el Mitic. Si existen tantas quejas es sencillamente porque el ministerio no ha podido comunicar asertivamente el programa en su momento, y peor ha hecho cuando contestó de mala manera, tras los cuestionamientos.
Los técnicos siempre tendrán una visión técnica de los proyectos, no les importa mucho la política o la demagogia. En la audiencia pública desarrollada en la UNA demandaron explicaciones técnicas, científicas, financieras, y no apuntes políticos o de buena voluntad. Esas inquietudes son las que tienen que ser respondidas.
El Gobierno podrá tener buenas intenciones, pero esa época de emprender programas en forma solapada y casi unilateral ya pasó. Paraguay se jacta de su bono demográfico (población mayoritaria de jóvenes capaces y talentosos). Pues bien, es momento de que realmente lo use.