01 dic. 2025

Actual: Las calificaciones y el estrés del fin de año escolar

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Carolina Benitez

El Dr. Robert Núñez, neonatólogo y pediatra, se caracteriza por abordar temas actuales en sus redes sociales, no solo relacionados a la salud física, sino también a la crianza y bienestar de los niños y demás miembros de la familia. En esta época que muchos padres y madres tienden a mostrar orgullosos las libretas de calificaciones de sus hijos, Núñez alerta sobre los niños que no lo pueden lograr. En otro punto, también trata el tema del estrés del fin de año escolar.

“Estamos en las últimas semanas de clases: Evaluaciones, trabajos finales y muchas emociones a flor de piel. En este momento del año, los padres suelen preocuparse por las calificaciones, pero es importante recordar algo fundamental: Las notas no definen a tu hijo”, asegura.

Este menciona que las calificaciones solo reflejan un desempeño puntual, no la inteligencia, el esfuerzo ni el potencial real de un niño. Además, el rendimiento académico depende de muchos factores: Atención, maduración, sueño, ansiedad, entorno emocional, motivación y tipo de memoria.

“Hay niños, adolescentes e incluso adultos que sí comprenden los contenidos, pero no logran expresarlo en una hoja o en un examen oral. A esto se lo conoce como trastorno de la expresión escrita, también llamado disgrafía del desarrollo”, comenta.

Destaca que esta situación no se debe a pereza ni a falta de estudio. Es una dificultad en los procesos que transforman el pensamiento en escritura. Afecta la capacidad de organizar ideas, usar correctamente la gramática, la puntuación y mantener la coherencia al escribir.

Este caso puede presentarse junto a otros trastornos, como la dislexia, TEA o el TDAH. En la práctica, estos niños pueden:

- Saber la respuesta, pero no poder escribirla con claridad.

- Tener ideas muy ricas, pero desorganizadas en el papel.

- Escribir con esfuerzo, cometer muchos errores ortográficos o evitar tareas escritas por frustración.

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CONSEJO

“Detectar y acompañar a tiempo marca la diferencia. Con una evaluación psicopedagógica, apoyo fonoaudiológico y estrategias adaptadas, pueden aprender a comunicar lo que saben sin sentirse limitados por la escritura. Más que mirar las calificaciones, observá el proceso, el esfuerzo y las emociones detrás del aprendizaje. Tu hijo no necesita ser el mejor de la clase: Necesita sentirse comprendido, apoyado y valorado por lo que es”, enfatiza.

El Dr. aborda que los chicos están metidos en tantas actividades y no se puede ponerle como exigencia que saquen todo 5, ni que sean los mejores de la clase, sino que de alguna manera comprendan lo que estudian, formen valores, tengan la contención, comprensión y el cariño de sus padres. “No el que tenga el coeficiente intelectual más alto va a ser el mejor en la vida. Lo importante es la inteligencia emocional. Ahora lo importante es la adaptabilidad junto al control de las emociones”, destaca.

ESTRES DE FIN AÑO ESCOLAR

Para el Dr. Núñez, el estrés de fin de año escolar es real y se percibe tanto en las familias como en los propios niños. “Entre evaluaciones, actos, ferias, ensayos y olimpiadas, muchos llegan agotados emocional y físicamente a esta etapa del año”, afirma.

“Las actividades extracurriculares son valiosas cuando tienen un propósito educativo o recreativo claro, pero en muchos casos se convierten en una carga adicional. Los niños suelen pasar largas horas bajo el sol, esperando, con calor o cansancio, mientras los padres corren de un lugar a otro intentando cumplir con todo. Si además hay más de un hijo en edad escolar, la situación se vuelve aún más difícil: Los padres se ven obligados a dividirse entre horarios, instituciones y compromisos, muchas veces sin poder acompañar a todos como quisieran”, comenta.

El doctor plantea que están inmersos en tantas actividades que no se les puede exigir obtener siempre las mejores calificaciones ni ser los primeros de la clase, sino que, de algún modo, comprendan lo que estudian, formen valores y reciban de sus padres contención, comprensión y cariño. “Como pediatra, lo veo cada día en el consultorio: Muchos niños llegan con dolores de panza, dolor de cabeza o malestares difusos. Y no siempre es una enfermedad física. A veces es su forma de expresar el cansancio, la tensión o la necesidad de un descanso emocional”, cuenta. Indica que el exceso de actividades puede afectar la salud integral de los niños: Altera el sueño, aumenta la ansiedad, disminuye las defensas y afecta su bienestar general. “Educar también es cuidar el equilibrio emocional y físico. Permitamos que el cierre del año escolar sea un tiempo de aprendizaje, alegría y bienestar, no de agotamiento”, dice.

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