“Decir Trilce es como decir Hojas de hierba, obra única y magna del poeta norteamericano Walt Whitman. Con Hojas de hierba la poesía se liberó del hielo de la rima y de los versos alejandrinos, para abrirse paso al llamado verso libre. Miles de poetas se beneficiarían con la obra de Whitman. Borges lo admiraba y en sus poemas iniciales imitaba algunas pinceladas humanistas propias del poeta”, afirma la escritora y poeta Delfina Acosta.
Y apunta que, con Trilce la poesía encontró una manera de expresar el interior volcánico del más celebrado poeta de Perú y de América: César Vallejo.
“En Trilce el lenguaje adquiere un ritmo apresurado, vanguardista, a veces trágico. Es una larga interrogación, que, acaso, se divierte generando dudas. El libro es considerado como la máxima elevación de la poesía universal y moderna, pues abrió un nuevo camino a los poetas que se encontraban incómodos en las formas tradicionales de la expresión poética”.
Para Delfina Acosta, en los sentimientos de César Vallejo predomina la conciencia de la vida no abarcable con el amor ni el dolor ni el miedo ni la misma nada. #Vallejo fue, quizás, un hombre que se sintió olvidado por Dios.
Ya lo dijo en estos versos de Espergesia:
Yo nací un día que Dios estuvo enfermo, grave.
Todos saben que vivo,
que soy malo;
y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día que Dios estuvo enfermo.
Si da por válida la existencia de un Dios, lo hace solo para dar pie a este verso acusador, donde culpa al supremo de sus desdichas.
Él no ha de reconocer ninguna culpa ni siquiera una mínima concesión; la culpa es de Dios”. Considera demás que el carácter sombrío, melancólico, de Vallejo, creó el clima necesario para ese poemario. “Creo, personalmente, que cada poeta es el resultado de sus pensamientos; los suyos eran una suma portentosa de relámpagos y angustias. Innovó la poesía, pero a un alto precio.
No fue muy feliz, que se sepa, si bien él sabía que su destino estaba marcado por la disconformidad. Trilce vio la luz en 1922. Su padre: César Vallejo (1892-1938)”.
Delfina Acosta