06 sept. 2025

A propósito de los pobres de espíritu

Al hablar de las Bienaventuranzas, el Evangelio de Mateo no habla simplemente de “los pobres”, como Lucas, sino de “los pobres de espíritu”.

Tal vez porque sus destinatarios no estaban en esa pobreza económica. Pero, a propósito de esta bienaventuranza de Mateo, algunos se han aprovechado deformando el espíritu de lo que dijo Jesús. Para ellos pobres de espíritu significaría tener plata y disfrutar de ella y alguna que otra vez dar una limosna para ayudar a los pobres.

Sin embargo, Jesús llamaba bienaventurados a los pobres de verdad, a los económicos, a los que nada tienen y que precisamente por eso tienen a Dios como su único valedor.

Entonces, ¿qué significado le damos a lo “de espíritu” de Mateo refiriéndose a los pobres?

“Pobres de espíritu” se refiere a aquellos que siendo ricos viven austeramente y se comprometen a acompañar a los pobres invirtiendo sus riquezas y empresas en ellos, en fábricas cuando no existe trabajo, en comedores cuando los niños están desnutridos, costeando hospitales y escuelas donde el Gobierno nada hace.

Ciertamente estas personas que, creciendo en riqueza, vivieron austeramente y pusieron su fuerza empresarial en mejorar la calidad de vida de “los pobres”, no con limosnas sino con obras modernas de desarrollo, al final de sus vidas habrán hecho uno de los milagros más difíciles de realizar: manejar mucha plata sin ser dominados por el poder económico.

Paraguay es el país de las grandes diferencias sociales. Un poco de la población tiene mucho y un mucho tiene poco o nada.

La única manera de ser cristiano ese poco de la población es viviendo austeramente, no dando limosnas grandes o pequeñas, sino al emplear toda su fuerza empresarial no para acumular riquezas para sí, sino para crear horizontes de vida mejores desde la economía, para los pobres.

Fuerte es esto. Y esto es ser ellos cristianos.