El 24 de mayo de 1983, Pilar vivía uno de los momentos más dramáticos de su historia. Cabe mencionar, que en aquel entonces Pilar no contaba con muros de defensa, el trabajo realizado por los lugareños fue a mano cargando bolsas con arena, que construían los terraplenes para impedir el avance del agua. Tras titánica lucha de meses, los muros cedieron y la ciudad se inundó en un 90%.
Poblaciones costeras fueron arrasadas, dejando a miles de compatriotas sin viviendas, cultivos y ganados. Esa gran crecida diezmó la región. Todo marzo hubo lluvias en el departamento, y toda la actividad productiva fue interrumpida por más de un año por este fenómeno; incluso la fábrica textil manufactura Pilar, insignia de la región, suspendió su producción por el avance de las aguas.
Luego del 83, los pilarenses reconstruyeron de a poco su ciudad, y recuperaron su vida. En 1992, 1998 y 2016 la zona fue nuevamente golpeada por las aguas, pero no con tanta fuerza. Todos los que vivieron la triste experiencia recuerdan el protagonismo del recordado padre Federico Schiavón para liderar la recuperación de la ciudad.