Entonces la imagen de país con una estabilidad política regular, en comparación con la agitada región, volvió a resquebrajarse justo cuando parecía haberse superado las turbulentas escenas que recorrieron el mundo con el edificio del Congreso Nacional incendiándose (marzo de 2017).
También en momentos en que el nuevo jefe de Estado comenzaba a dar impulso a la diplomacia presidencial con una serie de visitas internacionales en la agenda. Una de ellas, a Turquía, la que, por fuerza de los acontecimientos políticos locales, debió suspenderse cuando estalló la crisis provocada por la firma, en condiciones poco transparentes, de un acta con el Brasil sobre contratación de energía de Itaipú.
Un hecho, que apenas cobró estado público, hizo tambalear a la administración de Abdo Benítez, aunque finalmente este logró zafar la situación con ayuda de los gobiernos del Brasil y de los Estados Unidos. Este último, valora positivamente el énfasis puesto por el presidente colorado en la lucha contra el narcotráfico, el lavado de dinero y contra la corrupción en las instancias públicas.
Con este telón de fondo, la política internacional de Mario Abdo Benítez tiene por objetivos inmediatos: Restablecer la imagen positiva del Paraguay y, como consecuencia de esta primera tarea, captar inversiones extranjeras que vengan a afincarse en territorio paraguayo con industrias y puestos de trabajo. En estos términos habló el jefe de Estado el 26 de diciembre último a los embajadores, encargados de negocios y de representaciones permanentes en una reunión en el Palacio de Gobierno. El canciller nacional, Antonio Rivas Palacios, quien reemplaza en el cargo al político colorado Luis Castiglioni, una de las figuras a quien la crisis de julio de 2019 obligó a renunciar, define la política exterior actual en términos de “diplomacia económica para el desarrollo”.
Esta línea exige una gestión más comercial y de promoción del país por parte de los consulados y embajadas del país en el extranjero. La apertura de nuevos mercados, figura entre las metas.
Otros desafíos de la política exterior es sostener un liderazgo ganado en el tema Venezuela; lograr una coherencia entre el discurso a favor de la defensa de los derechos humanos y la vigencia plena de estos.
También demostrar con más hechos que la justicia rige para todos, “caiga quien caiga”, y que la impunidad es un problema que se combate desde el Gobierno.
En otro orden, ayer comenzó a regir el mandato de seis meses de la presidencia pro tempore del Mercosur a cargo de Paraguay. En este plano, el desafío es lograr que los parlamentos de los estados parte aprueben el acuerdo de asociación con la Unión Europea y preparar la puesta en vigencia del tratado biregional.