16 dic. 2025

2013

Me miró fijamente a los ojos y, casi susurrando, cargando el ambiente de una forzada situación intimista, lo dijo de un tirón: “Yo sé lo que va a pasar en el mundo este año”.

Mi media sonrisa sarcástica saltó casi automáticamente, pero no la hizo retroceder; e insistió: “Querés saberlo”.

Movido algo por el morbo y otro poco por la incómoda incertidumbre en que nos pone siempre el futuro, le pregunté cuál era su método para sondear el devenir. ¿Eran las líneas de la mano, la borra de café, los huesos de su tatarabuela o una conexión con el más allá? No, era algo más prosaico.

Dejando de lado su puesto de verdura, que al parecer era su actividad principal, mi pitonisa de saldo y ocasión me dijo que le diera algo de valor, pero solo como una ofrenda. A su caradurez le quise decir, pero callé.

Como tenía todas las características de un atraco -donde la idiotez de la víctima también pesa-, casi sin pensar le tendí el único veinte mil que tenía.

Lo tomó con la rapidez de un descuidista hambriento y como inmediatamente lo colocó en su escote entendí que ella accedía a los misterios del mañana mediante sus prominentes pechos, lo que -a ojos vista- se veía como una conexión bien sólida.

“Políticamente va a ser un año muy movido”, lanzó. Cuando le contesté que era una obviedad por las elecciones presidenciales, sin inmutarse prosiguió: “En el Paraguay va a haber un cambio”. Con aire hostil exageré y le dije que el Paraguay cambia desde hace 25 años para no cambiar nada, así que ‘chocolate por la noticia’.

Siguió incólume. “Van a haber tragedias y alegrías, desgracias y sueños cumplidos”. En mis adentros recordaba que mi abuela me decía lo mismo hace 30 años, y encima gratis.

“El mando del país va a estar en manos de una persona sin mayor experiencia, que tendrá que luchar con su entorno político y muchos intereses creados. Van a quedar muchas cosas por hacer y habrá muchas promesas rotas”. “Sí, qué novedad -acoté en silencio- como lo hicieron los últimos cinco presidentes”.

Después fue derivando a temas menos trascendentes. “En la televisión el talento va a ser lo único que no se podrá ver en el 2013. Pero después sin problemas la pantalla va a estar llena de tetas, colas, sangre y desgracias varias transmitidas en vivo y en directo”. “Como siempre”, me dije a mí mismo.

Para dar por finalizado el servicio y como cerrista del alma, en un respiro de su perorata le pregunté. "¿Cerro va a ganar este año la Copa Libertadores de América?”.

Calló por unos segundos que parecían eternos. Tiró unos dados renegridos y oteó el humo de su cigarro poguasu y suspirando profundamente afirmó: “Eso ni Dios lo sabe”.