“Al final, no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”. ¡Cuánta actualidad tienen estas palabras de ese gran luchador de los derechos humanos, Martin Luther King! Esas palabras suenan ahora, en medio de un silencio culpable. El silencio de quienes considerábamos nuestros amigos, no porque existiera una relación de amistad, sino porque los creíamos comprometidos con el cambio. ¡Qué decepción! Matan a Rodrigo Quintana y ellos se callan. O, lo que viene a ser lo mismo, mienten acusando a quienes no tienen la culpa para seguir adelante con el plan de reelección de Horacio Cartes.
¡Cómo cambian las cosas! En 1991, yo celebré el triunfo de Carlos Filizzola, la primera victoria electoral democrática de un intendente municipal en varias décadas. Pensaba que, con la caída de Stroessner en 1989, había caído también el stronismo, y todo sería diferente. Me equivocaba, como se equivocaban los miles de asuncenos que queríamos un país mejor: es muy difícil superar tantos años de corrupción y de violencia.
Sin embargo, creíamos que ya había llegado el cambio en el 2008, con el triunfo electoral del presidente Fernando Lugo. Por desgracia, los viejos personeros del stronismo, junto con los nuevos hombres escombro surgidos durante la transición política, decidieron bloquear el proyecto de cambio. Prepararon una matanza en Ñacunday, que no salió, y aprovecharon la matanza de Curuguaty para destituirlo a Lugo en el 2012.
Yo protesté contra el golpe parlamentario que tumbó a Lugo y ahora, ¡oh, sorpresa!, veo a Lugo, Filizzola y su equipo embarcados en un segundo golpe parlamentario, al alimón con los golpistas del 2012. Pidiendo la reelección inconstitucional de Lugo, los del Frente Guasu saben que apoyan la reelección inconstitucional de Cartes, sin reparar en el asesinato de Rodrigo Quintana, la lesión grave del diputado Édgar Acosta, la brutal represión policial. A medida que la ciudadanía se movilice contra la intentona golpista, la represión aumentará; esta es una consideración racional que debería alarmar a cualquiera, pero no influyen en el ánimo golpista.
La movilización cívica, por otra parte, tiene un aspecto esperanzador: muestra que aún existen miles de personas deseosas de un país mejor, pese a las claudicaciones de una dirigencia política que no les dirige ni les representa. En varias localidades del país, espontáneamente, se han reunido miles de personas para exigir el final de los abusos. “Lo que pasa es que el pueblo está cansado”, me dijo un taxista. Sí, está cansado y además alarmado: sabe que se viene una dictadura con la reelección de Cartes. ¿La reelección de Lugo? ¡Una fantasía! Lugo tiene tantas posibilidades de ganarle a Cartes como los zoqueteros liberales de antes las tenían de ganarle las elecciones a Stroessner.