“Aipota peteî rifa”, pide un señor indígena en el mostrador del almacén. Y la joven despachante le carga los datos con toda diligencia mientras nos comentan que el año pasado un humilde compueblano se ganó más de 50 millones de guaraníes, que fue el primer premio de la rifa de ese año.
Se trata de una más de las actividades de sostenimiento de la Radio Pa’i Puku del Chaco. Estamos en el distrito de Teniente Irala Fernández, a 389 km de Asunción, y la vida lanza desde aquí un mensaje en clave de naturaleza, juventud y desafíos que plantean las grandes distancias y la indiferencia estatal.
En cierto modo, es otro país. Las costumbres, los sueños, las frustraciones, los logros. También el trabajo tesonero, la impronta de una evangelización que dejó huellas grandes tras los pasos de monseñor Pedro Shaw, fundador de varias de las obras educativas del lugar, el famoso sacerdote belga de alta estatura, el pa’i Puku, que entregó su vida al Chaco.
El paisaje en esta época es bello, las aves, los animales silvestres, la noche estrellada, pero sobre todo es desafiante por las características físicas del suelo y del clima.
Sara es una mujer de paso firme, de esas personas que no pierden el tiempo ni sueltan más palabras que las que la ocasión amerita. No parece que hubiera nacido en otro sitio de Paraguay, aquí hace su vida muy ligada a la radio y a la comunidad desde hace mucho tiempo. Los datos que comparte nos hieren, jóvenes sin posibilidad de culminar sus estudios secundarios, grandes desigualdades, falta de atención sanitaria y de una educación que se adecue a las verdaderas necesidades de los pobladores.
Un estanciero ha donado un toro para la rifa y es de agradecerle porque la radio ha dado cabida a las voces que le reclaman cosas, pero también es el medio de comunicación más importante de la zona. Aquí es así. A veces algunos se quejan de las críticas, pero todo el mundo sabe que la radio es importante y finalmente la comunidad trata de colaborar en la manutención. Además de esta emisora, la 720 AM, solo queda la radio menonita y con ellas cuentan los pobladores en las buenas y en las malas.
Hacemos una charla educativa para más de 120 jóvenes del lugar. Nos acompañan una médica y una orientadora familiar de excelente trayectoria. ¡Qué privilegio el ser parte aunque sea pequeñita de la experiencia educativa de estos paraguayos!
Lástima que el pésimo estado de una buena parte del trayecto de la ruta internacional nos distancia aún más de la ya de por sí alejada comunidad chaqueña.
Es una injusticia y una vergüenza que por estar lejos de la capital parece que no sonrojara a ninguna autoridad. Total, los que se accidenten o mueran serán los del otro lado del gran río. Pero, a pesar del mal trato, Pa’i Puku y el Chaco viven y hay mucho que aprender de ellos.