Adrián Cáceres
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Otra propuesta paraguaya se encuentra en las salas nacionales desde esta semana. Hablamos de la película Truenos, el primer largometraje de Mario Goia. Aunque el producto final no es una maravilla, la cinta logra su meta, entretener por casi 90 minutos al que vaya a verla.
El guion de la cinta no está mal, aunque relate una historia bastante repetida en el mundo audiovisual. Los que la observen podrán disfrutar de los condimentos que –salvando las diferencias– se agrupan en los taquillazos de EEUU: acción, comedia, aventura, drama y hasta una pizca de romance.
Los actores principales, Robert Grange (Maxi Silva), Juanse Buzó (Rodrigo Spinoglio) y Rubén Zapattini (Sergio Thomas), cumplen sus papeles, y también se rescata el trabajo de más intérpretes.
Sin embargo, las carencias de Truenos se perciben con claridad en otros aspectos, sobre todo técnicos, acaso por los recursos con los que no pudo contar la película (de apenas USD 70.000 de presupuesto). Por ejemplo, vemos escenas desenfocadas, abuso de primeros planos y hasta algunas tomas con vibraciones.
No obstante, el filme apela a las emociones del espectador, y logra este objetivo, arrancando risas y hasta llanto de los espectadores. Es que vemos a un personaje que lucha por sus sueños, y eso forma parte prácticamente de cada persona.
Truenos es acaso ese cine paraguayo que sigue peleando para alcanzar la meta: consolidar una industria. Acompañemos ese proceso disfrutándola en la pantalla grande.