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Una maravilla visual a la altura del clásico de Rudyard Kipling. Han pasado décadas de aquella película animada de Disney, que también el paso del tiempo la convirtió en otro clásico. Ahora la tecnología permite un remake pero con actores y animales reales.
Al igual que Tarzán, El libro de la selva puede ser interpetada desde la mentalidad colonialista europea de la que Kipling es un conspicuo representante. El “cachorro humano” Mowgli representa la inteligencia y, por lo tanto, la superioridad natural de los hombres por medio de la manipulación técnica. Es cierto que los humanos en general también reciben una solapada crítica, pues el niño es temido porque alguna vez se convertirá en adulto, y los animales saben de la crueldad sin razones de la que son capaces los humanos mayores.
Pero esa crueldad no aparece porque los adultos no están. Así que la maldad es la de los animales (lo que no es cierto en la vida real), representada por el temible tigre de bengala Shere Khan. La negatividad se equilibra con la sabiduría de la pantera Bagheera y el humor del oso Baloo.
Esta nueva adaptación es mucho más fiel al libro que aquella película animada de Disney. Como dijimos, ahora los recursos técnicos permiten mas versatilidad y el cine trata también de ser más fiel a sus fuentes. Más allá de todo esto, existe siempre el factor entretenimiento, y en este sentido la película contiene todos los ingredientes que atraen a los niños y jóvenes. Desde el inicio hay aventura en la selva, con diversos animales, que muchas veces rebosan humor. Empero, esta adaptación es una fiesta visual con una fotografía y una paleta de colores inolvidables, una característica que el cine de este género no debe nunca descuidar. Es una opción para volver a una historia que marcó la niñez de muchos que ahora son padres, y que ahora pueden dar a sus hijos la oportunidad de disfrutarla también. Calificación: * * * 1/2.