30 abr. 2025

Tu querida presencia

Carolina Cuenca

Ayer se aprobó en el Parlamento la Ley 5833 que implementa el Libro de Defunciones de Concebidos No Nacidos en el Registro del Estado Civil.
Para muchos que están con el trajín de los preparativos de las despedidas del año, haciendo las cuentas para afrontar los gastos de vacaciones o en plena campaña electoral, quizás pase desapercibido.
Pero en medio de noticias tristes que conmueven como el asesinato de un niño de 5 años por sicarios en nuestra capital o la falta de agua en el Chaco que afecta, sobre todo, a las comunidades indígenas, esta es una noticia no solo alentadora, sino esperanzadora. Aliento para los que apostamos por el respeto a la vida humana en todos sus estadios desde la concepción, y esperanza para aquellas madres y aquellas familias que pasan este duelo de perder a un bebé en etapas tempranas de su desarrollo, y que hasta ahora –lo digo en primera persona– hemos tenido que soportar el doble drama de no poder siquiera ponerle un nombre o enterrar su cuerpo como haríamos en el caso de que fuera otro hijo más grandecito el que falleciera.
Pero ¿qué es para la madre un hijo, aún en esa etapa de su vida en el vientre materno que le cobija?, ¡verdaderamente un ser humano que merece acogida y respeto!
Lamentamos mucho la posición de Amnistía Internacional Paraguay y de Frente Guasu que se opusieron tenaz e irracionalmente a esta legislación porque dicen que obstaculizaría la promoción de supuestos derechos reproductivos como el aborto.
Esa mirada deshumanizante ya existe desde antiguo en ciertos grupos sociales, pero ahora nos lo quieren imponer coercitivamente a través de leyes y de una agenda pública bien vista por poderosas organizaciones internacionales que consideran indispensable el control de la natalidad para el desarrollo sostenible.
Pero ¿qué desarrollo humano hay cuando se consiguen bienes materiales pero se pasa por encima de la dignidad de las personas?, ¿y en qué les daña a los estrategas de control poblacional mundial que una madre o una familia paraguaya logre el reconocimiento de su derecho a hacer un duelo visible ante la pérdida de su bebé?
Un hijo no es ni será jamás un simple “producto de la concepción” o un “desecho patológico”.
Un hijo en el corazón de su madre será siempre una “querida presencia”. Yo agradezco a las personas que hicieron posible este reconocimiento legal. Mi angelito se llama Axel y desde esta columna, en nombre de todas las madres que han pasado por una pérdida como esta, le digo: “Hijo, yo no te olvido”.