19 mar. 2024

Sobre estribos y otros enseres perdidos

Carolina Cuenca

La discusión se produjo, según testigos, cuando defensores del parque Pavetti reclamaron algo al intendente Ferreiro, frente a la Catedral, momentos antes de la misa en honor a la Virgen, en el aniversario de la fundación de la ciudad. Y, en un momento de la discusión, Ferreiro señaló ofuscado a una señora: “El parque lo querés solo para vos... Ustedes son los ricos y ellos son los pobres”, refiriéndose a los campesinos. Apenas dos horas después se lo vio almorzando con su esposa y amigos en el Club Centenario, según una selfie subida a las redes por otro de los comensales. ¡Y en las redes se multiplicaron los comentarios y memes sobre el caso!

Lo que llamó más la atención de la actitud del jefe comunal fueron: la innecesaria exacerbación de su respuesta a la señora y el tinte ideológico, ligado a su supuesta incoherencia. No faltó quien buscara “los estribos del intendente” en un imaginado centro de “objetos perdidos”. ¡De risa!

Más allá de la anécdota, creo que vale la pena partir de esta situación para considerar los tiempos de pérdida que vivimos como sociedad (y no solo en Paraguay, valga como muestra lo sucedido ayer en Barcelona, donde el conductor de una furgoneta fue atropellando a todos los que podía en la calle y dejó varios muertos y heridos).

Perder los estribos (perder el control de sí mismo, como dice la RAE), pasarse de descalificativos, insultos, amenazas son algunos de los atropellos a la razón que dan cuenta de esta pérdida de racionalidad que percibimos con tristeza. Vemos con preocupación que se deteriora el diálogo, se acude con más facilidad a la violencia (aunque tanto se promueva su desuso). También perdemos el quicio (quedamos fuera de orden o estado natural, arreglado, regular, nos exasperamos); es decir, nos desquiciamos, y esto es grave.

Vivir fuera de la racionalidad, como reclamaran en su famoso diálogo filosófico los visionarios Ratzinger y Habermas, conduce a patologías. Señalaba el entonces cardenal que junto a las patologías de la religión de las que son ejemplos los movimientos extremistas y terroristas, se observan también hoy patologías de la razón, como las que llevan a las personas a la autodestrucción, y llamaba a no sacrificar la inteligencia, ya que la razón ejercitada en profundidad se abre al asombro frente al misterio y encuentra su profundo sentido.

Otro de los enseres perdidos de los paraguayos lo señalaba con aguda ironía y humor el fallecido Helio Vera en su inolvidable libro: En busca del hueso perdido, pérdida que sería la causa de que no podamos “hablar recio ni mirar de frente”. Ojalá no lleguemos a esos estadios de indignidad y alienación que vemos soportan hoy sociedades como la venezolana, atrapadas en el desorden, la irracionalidad y la violencia.

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