EFE
Ante los incidentes violentos que se registraron frente a la sede del Congreso, calificados como “inaceptables” por el Gobierno, Temer ordenó que tropas federales reforzaran a los policías encargados de garantizar la seguridad en la Explanada de los Ministerios, una ancha avenida bordeada por las sedes de los diferentes poderes.
“Más que lamentar, rechazamos la infiltración de black blocs (como se conocen los encapuchados que pregonan la violencia en las manifestaciones) en nuestro acto grandioso y significativo. No tenemos nada que ver con esos vándalos”, indicó la Fuerza Sindical, segunda mayor central del país, en un comunicado.
La Central Única de los Trabajadores (CUT), mayor central sindical del país, atribuyó los actos violentos a “provocaciones de grupos de encapuchados que ninguno de los organizadores supo identificar” y que calificó como “infiltrados”.
Tras la represión de la Policía a los pequeños grupos que provocaron incendios, destruyeron ventanales de los ministerios y atacaron a los uniformados a pedradas, los manifestantes (100.000 según la Fuerza Sindical, 150.000 para la CUT y 40.000 de acuerdo con la policía) se dispersaron.
Al anunciar que el presidente había autorizado el envío de tropas federales (Ejército y Fuerza Nacional de Seguridad), el ministro de Defensa, Raúl Jungmann, dijo que la “manifestación que estaba prevista como pacífica degeneró en violencia, vandalismo, agresiones al patrimonio y amenazas a las personas”.
La manifestación fue convocada por sindicatos que inicialmente protestarían sólo contra reformas de corte liberal impulsadas por el Gobierno, pero que tras conocerse los graves escándalos de corrupción que salpican el mandatario agregaron la consigna “Fuera Temer”.
Los manifestantes marcharon pacíficamente hasta los jardines ubicados frente a la sede del Congreso, en donde comenzaron los incidentes que se expandieron por toda la Explanada de los Ministerios.
En medio de los desórdenes, el Ministerio de Agricultura llegó a ser atacado con bombas molotov que provocaron un incendio en una de sus entradas, y también fueron atacados los Ministerios de Hacienda, Cultura, Turismo y Energía y Minas.
La Fuerza Sindical también atribuyó “las escenas lamentables de depredación del patrimonio público” a la falta de preparación de la Policía, que, en lugar de arrestar a los “bandidos comunes y calificados enmascarado”, reprimió a los trabajadores.
La CUT fue más dura al criticar los gases lacrimógenos, las bombas aturdidoras y las cargas de caballería con que la Policía reprimió a los manifestantes y que convirtieron las inmediaciones del Congreso en “un verdadero campo de guerra”.
“Eso nos hace recordar los peores tiempos de la dictadura militar. En el momento en que llegó hasta el Parlamento, la marcha fue reprimida con bombas contra mujeres, niños y trabajadores que defendían sus derechos”, aseguró el secretario general de la CUT, Sergio Nobre.
Temer está bajo fuego cruzado desde la semana pasada por unas confesiones de directivos del grupo JBS que lo implican directamente en hechos de presunta corrupción, por los que la Corte Suprema ha decidido iniciar una investigación.
El mandatario, quien en los últimos días ha perdido el apoyo de diversos sectores de su propia base parlamentaria, ha advertido que no renunciará, como se lo pide la oposición y hasta congresistas que lo apoyaban.