Después de todo lo sucedido en el país, a partir del luctuoso suceso en que 25 senadores decidieron agarrar la ley en sus manos y hacer lo que se les viniera en gana, una cosa quedó bastante clara: estoy absolutamente de acuerdo con eso de que la gente decida.
Creo que la gente tiene que decidir sobre muchas cosas.
El salario de los diputados y senadores es uno de esos temas. Sabemos que son nuestros representantes, pero la gente debería decidir si es que hace falta que ganen tanta plata y tengan tanta impunidad, ¡perdón! inmunidad, y además miles de privilegios. Y cuando estos no acudan a sus lugares de trabajo, deberíamos tener un mejor sistema de descuentos; pues ganan demasiado y casi nunca compensan lo que nos cuestan.
Los impuestos. En esto hay que ser bien claros: los que tienen más, tienen que pagar más; los que tienen miles y miles de hectáreas de tierra ociosa tienen que pagar más; los que echaron todos los árboles de los bosques para plantar soja, tienen que pagar más; los que siguen exportando solo materia prima y no son capaces de invertir en serio en el país creando industrias y fuentes de trabajo, tienen que pagar más. El problema es, ¿quién se anima a ponerle el cascabel al gato?
La gente también tiene que decir qué hacer con los cuasicriminales que permiten que se caigan los techos de las escuelas sobre las cabezas de los escolares.
La gente tiene que poder decidir sobre los que supuestamente manejan la educación, y permiten que los niñitos de las zonas más pobres del país den clases bajo los árboles. ¿Alguna vez se preguntaron cómo hacen en invierno o cuando llueve?
La gente también debería poder decidir sobre el precio del pasaje, lo cual es más que lógico, ya que con nuestros impuestos les pagamos subsidios a los empresarios del transporte, y encima de todo, pagamos un pasaje carísimo para subirnos a un ómnibus que tiene aire acondicionado, pero igual funciona como una lata de sardinas, y nosotros seguimos viajando como personas de cuarta categoría.
La gente tiene que decidir si los que administran la salud pública son merecedores de estar donde están. Para ellos el país se termina en la avenida Madame Lynch y por eso en los hospitales del interior del país no hay terapia para niños, no hay quirófanos ni profesionales ni medicamentos ni nada. La gente debería darles una patada en el trasero a los que ganan un salario del Estado y no hacen su trabajo.
La gente tendría que decidir sobre un montón de temas importantes para su propia vida y su propio bienestar, pero por lo general no le permiten. En vez de eso, la gente vota por un presidente, un senador y un diputado, y después ellos son los únicos que deciden.