“‘Ajejapi, che jefe’, me dijo. Luego llamó a su madre y a su esposa antes de morir”, relataba ayer uno de los testigos en el juicio oral por la matanza de Curuguaty. Explicó que el comisario Erven Lovera quiso suspender el operativo, pero recibió la orden de proceder al desalojo. Declararon en la víspera el suboficial Julio César Báez, que fue fusilero; el suboficial Luis Walberto Rolón, el oficial Hermán Edmundo Thomen Olazar y el oficial 1º Diego Rubén Caballero.
Fue en la audiencia oral que se realiza ante el Tribunal de Sentencia, encabezado por el juez Ramón Trinidad Zelaya. La diligencia siguió por la tarde y continuará esta mañana, desde las 8.00, en tribunales.
HERIDO. Báez fue el primero en deponer. Dijo que era uno de los 10 fusileros que estaban con el grupo, los únicos que iban armados entre los agentes. Alegó que recibió un refilón en la cabeza, a más de dos heridas; una en la espalda y otra en la pierna izquierda.
“Me sentí mal. Pensé que iba a morir”, comentó. Luego afirmó que había disparado también y que le hirieron. El primero en caer fue el comisario Lovera, dijo.
El testigo recordó que el jefe les dijo que no iban a usar sus armas sin que él se los ordenara, y que reconoció “por el físico” a Rubén Villalba, ya que estaba con pasamontañas.
Cuando llegaron había mujeres y niños, mencionó Báez, pero luego fueron atrás cuando empezaron los disparos. Comentó todo el procedimiento, y puntualizó que los campesinos armados estaban posicionados en “U”.
Báez dijo que no vio a los de la Fuerza de Operaciones Policiales Especiales (FOPE), pero que su jefe le dijo que debían entrar por atrás.
Por su parte, Luis Rolón dijo que no hubo civiles en su grupo en el momento en que avanzaron, solo policías. Afirmó que durante el tiroteo el fuego amenazaba llegar hasta ellos, que el humo dificultaba la visión, y que había entre 150 a 200 personas armadas.
LLAMADAS. Quizás, el testigo más puntual fue Hermán Thomen, quien comentó la previa al procedimiento. El comisario Lovera quiso suspender el operativo, porque no había condiciones; sin embargo, llamó a consultar y recibió la orden de continuar, dijo. Reveló que Lovera quería llegar a un acuerdo con los campesinos a través del diálogo. Thomen remarcó que lo apreciaba mucho y que era el mejor jefe que tuvo. Fue quien buscó dialogar con los campesinos y el primero en caer al ser herido, remarcó. Dijo recordar su grito al ser herido.
También mencionó que su compañero Wilson Cantero fue herido. Desde el suelo le dijo: “Ajejapi, che jefe” (me hirieron, jefe), “las últimas palabras que me manifestó".
Después, relató que se despidió de sus seres queridos. Sacó su celular y llamó a su mamá. "¡Ajejapi, mamá! ¡Ajejapi! Aime vai. Ndahavêiramo ekuidaporãmi che familiakuérare. (¡Me hirieron mamá! ¡Me hirieron! Estoy mal. Si no voy más, cuidá bien a mis hijos)”, recordó las últimas palabras de su camarada. Luego este llamó a su esposa y también le dijo que estaba herido y que cuidara bien a sus hijos. “Murió con el celular sobre el pecho”, contó.
El agente reconoció que Villalba, si bien no disparó, tenía una escopeta. Según la defensa, la acusación fiscal habla de que Villalba tenía un revolver.
Por la tarde, declaró Diego Caballero, que dijo que ellos también dispararon a los campesinos en el tiroteo.