La expresión en yopará retumbó justo en el Día del Idioma Guaraní.
Los senadores han cerrado el camino definitivamente a la reelección presidencial por el único atajo que se había podido encontrar: la enmienda.
El camino legal, constitucional y lícito de la reforma, ya no tiene tiempo de ser implementado.
El presidente en ruta hacia México habrá recibido la noticia infausta, de que solo le queda terminar su periodo presidencial de la manera más digna posible, buscando un sucesor para el cargo y que, muy probablemente, perderá los comicios como todos los candidatos oficiales de esta democracia.
Como buen jugador de cartas, el presidente debe haber tenido una sensación de derrota que remató en el pagaré de Nicanor.
Los 200.000 dólares adeudados desde el 2012 nos exhibió de manera impúdica de lo que está hecha la política paraguaya: plata, traición y pagaré.
El dinero le fue entregado en los meses en que el ex presidente había cambiado de opinión con respecto a Cartes y este se cuidó muy bien en hacerle firmar el documento del monto que hoy se reclama.
La falta de previsibilidad institucional y de comportamiento ético que hacen parte de nuestra democracia ha tenido de nuevo una muestra cabal.
Intereses egoístas. Mientras algunos se preparaban para repartirse cargos en la Corte, Contraloría, Defensoría del Pueblo y otros a cambio de sus votos por el atajo de la enmienda, otros pergeñaron un plan que acabó con cualquier apetencia reeleccionaria. Cartes dirá que nunca quiso ser reelecto y muchos de los que estimularon esa opción con claros intereses egoístas se volcarán contra él apenas encuentren un candidato de quién colgarse.
Si tuviéramos un país serio y previsible, estas cosas no pasarían. No perderían el tiempo nuestros políticos en cosas imposibles y se concentrarían en los grandes temas locales: educación y salud.
Antes del po ganá y mientras las escuelas seguían cayendo y la instrucción también, Riera tenía tiempo para un discurso electoralista buscando emular a su colega de Salud, quien enfrenta todos los días una decadente administración sanitaria. Ahora que no corre la reelección, probablemente se dediquen con mayor consistencia a sus labores buscando minimizar los graves daños sociales de su mala gestión.
Hay que aprender más de los hechos en democracia. Los atajos no sirven en democracias formales, y el que los desanda termina pagando sus consecuencias.
Pactos. Cubas cuando liberó ilegalmente a Oviedo acabó con su presidencia, y con el mismo general. Cuando no se cumplen los pactos y como los truhanes en un saloon del Far West juegan con cartas marcadas en medio de un ambiente dominado por el alcohol, las meretrices, las pistolas a desenfundarse, no es extraño que alguno termine por voltear la mesa para volver a barajar de nuevo.
Ha sido un jueves negro para algunos. Para otros, simplemente, una picardía más de las tantas que se usan en democracia para menoscabarla a veces y en otras, para salvarla. Lo malo es que seguimos jugando a las cartas en el mismo escenario donde nunca antes se reclamaba el pago de ningún pagaré.