En el Paraguay nada provoca tanta indignación como un penal para Olimpia.
No importa el color de tu camiseta, si es penal para Olimpia, seguro que te vas a plaguear en el Twitter con el hashtag #PenalparaOlimpia.
Y es que esto, señora, se trata de una pasión que mueve multitudes, multitudes y millones de dólares, claro, pero solo en las cuentas de los capos de FIFA.
Pero volviendo al decano del fútbol paraguayo, pese a haber quedado fuera de la Copa Libertadores, atraviesa un gran momento, en el torneo local. Desde que llegó el DT Jubero, el equipo no hace otra cosa que terminar los partidos en goleadas. Racha cortada solo por la derrota que sufrió el Decano en México, aquel partido en el que Pumas le ganó 4 a 1.
La sufrida hinchada se sentía aliviada, hasta que el pasado sábado Capiatá comenzó a hacerle un gol tras otro y el colapso estuvo muy cerquita, y fue justo cuando el Decano comenzó a remontar el resultado que el espectáculo se descompuso, el árbitro tomó un par de malas decisiones y la cosa terminó mal.
Con una expulsión, un penal para Capiatá y dos para Olimpia, el partido acabó en goleada, pero igual con el 5 a 3 quedó una sombra de duda.
El Jugador Nº 12. En la Argentina llaman jugador número 12 a la hinchada de Boca. Acá se copian los cantitos de la hinchada de ashá y algunas expresiones.
Lo del jugador número 12 se usa por acá para dar a entender que uno de los equipos cuenta con los favores del árbitro; por formularlo de manera políticamente correcta. Y si bien eso a veces parece ser cierto, a veces, un mal arbitraje solo consiste en una cadena de errores.
Hay historias románticas sobre jugadores que ante un penal mal cobrado decidieron chutar mal y no quedarse con un gol injusto. Nunca lo vi, pero soy un poco atea respecto a eso. No sé si el réfere tenía puesta la franja negra, pero me parece que también le amargó la noche al Decano.
Porque nadie merece que le roben el mérito de una victoria. Aunque tampoco nadie merece ser torturado ni desaparecido, ni pasar hambre y frío ni vivir en las calles, ni morir por falta de hospitales, ni medicamentos.
La cuestión es que un penal para Olimpia genera más debate que una elección presidencial y es capaz de dividir de verdad a un país.
Un penal para Olimpia nos importa más que la bicicleteada de los millones de dólares de los bonos del Tesoro, el empobrecimiento de los campesinos, los niños sin escuelas; los baches, los cortes de luz, las secretarias de oro y los planilleros.
Un penal para Olimpia parece ser la mejor manera que tenemos de olvidarnos de que un día de estos tendremos que hacer algo, algo para cambiar las horribles cosas que pasan a diario en este país.