“Estamos en una pendiente de ascenso de la criminalidad en nuestro país”, señala el profesional al inicio de su amplio y profundo análisis.
Para el sociólogo, nuestro país está llegando a un sistema de sociedad tanto civil como de organización del aparato de Estado, que sociológicamente es calificado como anomia, que significa que no se cumplen las leyes, no se respetan las instituciones, los valores o a las autoridades.
Señala que las personas de menos de 40 años son las más expuestas porque son las más visibles, que generalmente están envueltas en casos de violencia que acaparan la atención de la prensa, ya sea crímenes, accidentes o alcoholemia. “Es una cuestión de toda nuestra sociedad, no tenemos que buscar culpables individuales”, manifestó Simón.
Crisis de valores. La anomia no se entiende sin crisis de valores, explica. “Hoy no tenemos referentes políticos -democráticos- que conciten más allá de procesos de votación coyunturales, que conciten el respeto, la admiración y la esperanza de la ciudadanía porque nuestro sistema electoral es un sistema hecho para favorecer a los grupos politiqueros partidocráticos que se manejan con dinero y los nuevos grupos apenas acceden a ese dinero e inmediatamente también recurren a esos procedimientos”.
Educación. Señala que las personas de más de 60 años fueron formadas en escuelas y universidades que a pesar de estar en época de la dictadura contaban con asignaturas como educación cívica y moral, así como con maestros referentes que no tenían nada que ver con la política, “personas entrenadas”, resalta.
Sin embargo, para el sociólogo José Luis Simón la dictadura que reinó por más de 60 años en nuestro país fue derribando todo eso y luego de 1989 “con una reforma muy criticada y muy mal implementada llegamos al desastre actual”, asegura.
La educación hoy. “Universidades privadas, universidades públicas y colegios privados ofrecen la misma mala educación en términos globales e integrales que las peores de las escuelas, colegios o universidades de garaje”, según su análisis.
Resalta que no se trata de una simple crisis, “es una decadencia de todo un sistema normativo, cultural y valorativo e incluso hasta de nuestra propia identidad”, manifiesta.
Juventud. Tenemos una juventud alcoholizada y eso es la puerta de entrada al consumo de drogas ilegales. Nuestra sociedad carece de papá y mamá, de maestros, de religiosos que sean emblemáticos, insiste el profesional.
Protestas. Refirió que la sociedad no tiene más mecanismos que las protestas, ya sean en las redes sociales, en los medios de comunicación o la protesta pública, porque ninguno de los poderes del Estado funciona correctamente.
Finalmente dijo que Paraguay se convirtió en un inmenso lejano oeste, como en aquella época cuando en Estados Unidos imperaba la ley del revólver.
“Somos una sociedad sin visiones, nos llamamos democracia, pero creo que somos democracia fraudulenta y de muy baja calidad. Tenemos un problema de representación. Esto puede conducirnos a la anarquía, no propongo medidas autoritarias, solo exijo que se cumplan la Constitución y las leyes”, enfatizó.