Deportivo Capiatá planteó un partido inteligente y lo que buscó fue tener el balón lo más lejos posible de su área. Incluso, por momentos, la representación de Capiatá se animó y buscó inquietar al portero gumarelo Rodrigo Muñoz.
Un derechazo de Fabio Escobar lamió el poste derecho del arco liberteño y esta situación generó la reacción del adversario.
Por más que intentó, por todos los medios, el Albinegro no encontró los espacios necesarios para penetrar la férrea defensa de los visitantes.
El trabajo colectivo para presionar, y también en la recuperación del balón, que impuso Capiatá fue impecable. Todos estiraron juntos el carro. Hubo una gran solidaridad en todos los sectores del campo de juego de parte de los visitantes.
ANSIEDAD. En la etapa complementaria, Libertad siguió con el monopolio de las acciones, mas la intranquilidad se apoderó de varios de los integrantes del equipo.
Esa ansiedad por querer llegar al gol le jugó una mala pasada.
Es cierto, Capiatá se cuidó de no cometer errores, pero la actitud de sus jugadores es digna de elogios, porque no es fácil aguantar la presión del equipo que se encuentra en lo más alto de la tabla de posiciones.
En el minuto de adición, el portero Antonio Franco, de Capiatá, se constituyó en el salvador de la paridad, pues desvió un cabezazo de Antonio Bareiro, cuyo balón tenía destino de red.
Capiatá levantó notablemente su nivel futbolístico y realizó un gran partido. Libertad, por su parte, no supo cómo resolver las situaciones.