31 jul. 2025

Napout y Lynch

Por Guido Rodríguez Alcalá

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La figura del momento es Loreta Lynch, la fiscala norteamericana que ordenó la detención de varias personas, por supuesta corrupción en la FIFA. Entre los detenidos está el paraguayo Juan Ángel Napout, acusado de haberse embolsado USD 1.500.000 en sobornos. La base de la acusación es una investigación del FBI. Yo me pregunto: (1) qué credibilidad tiene la señora Lynch y (2) con qué derecho el FBI se convierte en policía del mundo.

En el 2012, la señora Lynch participó en el arreglo con el banco HSBC, que terminó en una multa, pero no en el enjuiciamiento penal de sus directivos, culpables del lavado de 7.000 millones de dólares del cartel de Sinaloa de México, que no fue su única culpa. Según una investigación de los periódicos Le Monde, The Guardian y el Consorcio Internacional de periodistas investigativos, el monto escamoteado por el HSBC podría alcanzar los 120.000 millones de dólares. El monto incluye dinero proveniente de la evasión de impuestos, de la droga y del terrorismo. Eric Holder, ex fiscal general, explicó la tolerancia: cuando ciertos bancos son demasiado grandes, ya no se los puede procesar (el HSBC no fue el único perdonado). Vale decir, se tienen más derechos cuando se tiene más dinero.

El director del FBI, James Comey, dijo que piensa apresar delincuentes en cualquier país del mundo. Haciendo de lado la violación del derecho internacional, eso podría mejorar la imagen del FBI, dañada por su participación en el espionaje político denunciado por Edward Snowden. No es la primera vez que la agencia lo hace. Su primer director, J. Edgar Hoover, emprendió el espionaje en que basó su persecución de supuestos comunistas y homosexuales. Él no era un supuesto, sino un homosexual hecho y derecho, pero cuidadoso.

Según parece, la mafia lo había fotografiado en situaciones embarazosas, y eso le impidió investigar un delito mayor: el mecanismo de lavado de dinero montado en Cuba por Mayer Lansky, el contador de Al Capone. Así se desarrolló el sistema offshore o de paraísos fiscales, en que participan grandes bancos internacionales, incluyendo los responsables de las crisis de 1928 y 2008, y que se salvaron en ambos casos. (Sobre el tema, es instructivo el libro de Nicholas Shaxson, Las islas del tesoro, disponible en Asunción).

El FBI, muy tolerante con los delitos nacionales, ha decidido ser duro con los delitos internacionales, atribuyéndose una competencia que no tiene, pero que se arroga de cualquier manera. Eso es neocolonialismo, una forma de dominación algo más sutil que la de las potenciales colonias tradicionales.