Las cenizas de Castro, que murió el viernes a los 90 años, partieron de La Habana el miércoles recorriendo, en sentido opuesto, la “caravana de la libertad” liderada por el fallecido líder desde Santiago hacia la capital en 1959, tras el triunfo de la revolución.
Personas con lágrimas en los ojos portaban fotos de Castro y otros agitaban banderas de Cuba al grito de “¡Yo soy Fidel!”, mientras muchos niños llevaban su nombre escrito en las mejillas.
“No hay analfabetismo, la salud es gratis. Las cosas no tienen por qué cambiar”, dijo Maritza Romero, una ingeniera petrolera de 49 años ante la pregunta de si la muerte del Comandante guerrillero abrirá el camino a cambios en la isla de gobierno comunista.
Los restos de Castro, adorado y respetado por muchos, pero considerado un dictador por disidentes que emigraron a Miami, reposaron durante la noche junto a los de su compañero revolucionario el argentino-cubano Ernesto Che Guevara, que desde 1997 se encuentran en la ciudad de Santa Clara, en el centro de la isla luego de ser traslados desde Bolivia.
“Con la muerte de Fidel, la Revolución debe seguir su rumbo, atrás ni para coger (tomar) impulso”, dijo Pedro Sánchez, un anciano de 81 años que dijo ser excombatiente del Ejército Rebelde y haber estado en la cárcel durante la época de Batista.
El Gobierno cubano ha sido elogiado por organismos internacionales por lograr un sistema de salud igualitario y una cobertura amplia de educación, pero criticado por su sistema de partido único y su economía bajo control del Estado, así como por la falta de libertades políticas. “La apertura con Estados Unidos va a beneficiar a Cuba, pero tienen que levantar el bloqueo pues hay muchas cosas por hacer”, agregó Sánchez. reuters