06 may. 2024

Mentalidad burguesa

Carolina Cuenca

Es hasta jocoso cuando observamos a docentes aprovechar los días de huelga para hacer trámites en la capital lejos del tumulto de sus “compañeros de lucha”. Es que es tentador, pues son actividades difíciles de realizar durante el transcurso del agitado año. Lo mismo suele pasar en otros muy promocionados eventos. Mientras en la tele nos muestran escenas a veces repetidas de encendidos discursos y enfrentamientos, la realidad suele ser más relajada. Recuerdo que varios jóvenes campesinos que se entretenían en la Costanera y con el celular durante su manifestación y no faltan los funcionarios públicos en restaurantes y centros de compras de la ciudad en sus días de fachada sindical.

Es típico para los que trabajamos en el centro ver estas escenas que no siempre condicen con lo que se nos cuenta luego en los relatos. También ocurren cosas similares en reuniones oficiales, encuentros culturales y hasta en las famosas tareas escolares grupales. Están los menos, que se prenden, se involucran y una cantidad no despreciable que está buscando su silla, su sofá, su centro de confort de cualquier tipo: corporal, intelectual, moral, aunque se trate tan solo de hallar la sombra del mejor árbol para tomar el tereré durante la manifestación o el sitial de los chupamedias cercanos a los que les traerán beneficios.

Lo que parecería una anécdota más, se transmite sin embargo a los jóvenes como verdadero modus operandi de nosotros, sus adultos educadores. El mensaje es: “La vida es de los vivos, no de los comprometidos”. Aunque, como saben, yo no comulgo con la izquierda cultural que trata de imponernos su mirada materialista y subversiva, es, sin embargo, más respetable ver a sus dirigentes mojando la camiseta en sus revueltas que esa tibieza del que va pero no está, camina pero no avanza y, sin embargo, participa de los logros. Entre mis amigos que confiamos en el respeto a la identidad nacional, a las libertades básicas, a la educación realista, también enfrentamos este problema infiltrado en nuestra mentalidad: el acomodamiento, el no querer “pelar”, disentir, problematizar, tomar compromisos, actuar conforme a nuestros valores, defender incluso lo que amamos. Así es como permitimos que nos gobiernen (con cargos o sin ellos) los que con más o menos luces por lo menos se mueven.

Cuidado, esta burguesía conductual lleva a los jóvenes más inquietos y más inteligentes a carpas de gente inescrupulosa dispuesta a radicalizarlos y a manipularlos con una apariencia de “mayor compromiso”. Veamos y aprendamos de la juventud europea que hoy reniega de los valores de sus padres y de las bases de su civilización para entregarse a ideologías violentas, incluyendo el islamismo fundamentalista, por un deseo de verdad y de ideales nobles que sus educadores no fueron capaces de despertar y sostener debido a su adormecimiento burgués.