Ambos ejemplares sobrevivieron a todo tipo de cambios en este bien municipal y tras haber ocupado por décadas hábitats que no estaban acordes a sus tamaños, características y costumbres, hoy pasan sus días en recintos más seguros, cómodos y adecuados.
El médico veterinario Nelson Scappini fue precisamente uno de los profesionales, junto a la arquitecta Alba Flecha, que supervisó esta reconversión y quien conoce la historia de estos ejemplares que se encuentran entre los más apreciados y admirados por los miles de visitantes que se llegan hasta el zoo.
Les siguen en antigüedad los hipopótamos, que llevan cerca de 40 años en el lugar. Si bien Jasy y Kuarahy ya fallecieron, sobreviven sus hijos Hipólito, Hipo y Rayito, tres machos que viven en recintos separados.
DETALLES. Tras aclarar que actualmente ya no está vinculado a esta dependencia comunal, Scappini comentó que tanto Maia como Chita, cuya pareja –Congo– falleció en el 2015, cuentan hoy con 48 años de edad y llegaron al Paraguay cuando apenas contaban con dos años de nacidos.
Especificó que en el caso de la elefanta tiene un promedio de vida en cautiverio que oscila entre los 70 y 80 años; en tanto que en el del chimpancé está entre los 50 y 60 años.
El hábitat de Maia fue transformado varias veces. En 1997 se desarrolló la campaña “Arriba la elefanta”, con la que se recaudaron fondos para ampliarlo a 800 metros cuadrados y en el 2013 a 1.600 metros cuadrados con cascadas, techo y pileta que permiten que pueda bañarse, además de una fosa y vallado perimetral que la separa del público.
También el recinto de Chita fue remodelado por Scappini y Flecha, en un trabajo que por vez primera permitió a la chimpancé pisar tierra y pasto y poder subir a un árbol en una superficie de 150 metros cuadrados, cuando anteriormente solo ocupada 90 metros cuadrados.
“El concepto del recinto de Maia lo copié de un zoológico de Los Ángeles y en el de Chita era dotarle de más elementos naturales, comodidad y seguridad”, puntualizó.