28 mar. 2024

Maestra decepcionada

Por Mario Rubén Álvarez – alva@uhora.com.py

Mario Rubén Álvarez

Mario Rubén Álvarez

Cicerón, aquel orador romano de elocuencia excepcional, acuñó para la posteridad aquella frase que dice que la historia es la maestra de la vida. Puede que sirva a otros, pero no a nosotros.

Si la historia fuese la profesora del Paraguay, hace siglos se hubiera internalizado de ella ciertas lecciones básicas del pasado.

Aprender de la historia es no repetir los errores cometidos. Y buscar caminos nuevos para que los resultados adversos queden para siempre en las páginas del ayer brumoso.

Tal cosa aquí, en general, no ha ocurrido. Al contrario, como si la desmemoria hubiese sido un bicho ponzoñoso que inoculó a todos su veneno de olvido, los pasos en falso se reeditan una y otra vez.

Aprender de la historia es mirar las calamidades, los fracasos y las debilidades para encontrar sus antídotos para que no se repitan.

Una forma de no ser tragado reiteradamente por el mismo karugua, no caer siempre en el mismo bache y no embestir siempre la misma muralla es planificar las previsiones para eludir la amenazante boca del pantano, desviar del bache-precipicio y evitar el muro que acecha.

Para demostrar la amnesia paraguaya no hace falta remontarse a los tiempos de Cabeza de Vaca, don Carlos, León Karê o el general Andrés Rodríguez. De hacerlo, la letanía puede exhibir un fatigoso listado interminable.

El presente es producto de no haber aprendido las lecciones de la madre Historia.

Mirando la coyuntura, las inundaciones causan el sarambi periódico, porque los muros de protección sólidos y de suficiente altura solo han estado, cada tanto, en los discursos de los apagadores de incendios que no son necesariamente los bomberos de cascos amarillos o azules.

El dengue y sus parientes pyahu derivados de la misma madre —la mosquita Aedes Aegypti— proceden de una cultura de la suciedad de remotos antecedentes.

El ñemonda en la Administración Pública bajo las formas de apropiación directa de lo ajeno —el robo del dinero— o indirecta —el nombramiento de funcionarios públicos que solo sirven para cobrar a fin de mes— es una antigua tradición nacional.

La previsión para asegurar los muros de las ciudades en tiempos de sequía, la minga que comienza a inicios de la primavera y no en el corazón ardiente del verano, cuando ya algunas de las víctimas de los mosquitos conversan con San Pedro, y la adopción de severas sanciones contra los po pinda del sector público, mombyry gueteri ñandehegui.

La maestra Historia está muy decepcionada de sus alumnos paraguayos: hace siglos que en vano repite para nosotros sus lecciones.

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