28 mar. 2024

Lucha ancestral

La capoeira, una tradición afrobrasileña que se practica desde el siglo XVII, hoy es considerada un estilo de vida. Este arte marcial, transmitido de generación en generación, ya empezó a echar raíces en Paraguay.

capoeira3.jpg

Por Daisy Cardozo / Fotos: Javier Valdez

Dos combatientes en el centro y, en un círculo grande, un grupo de personas los rodea. Se conforma la roda (rueda), el campo de batalla está listo, la lucha comenzará. Una nota aguda de reminiscencia afro brota energía, los del círculo acompañan con palmas un coro que todos cantan: Paranaguê, Paranaguê, Paraná...

El cántico contagia el entusiasmo y la lucha es cada vez más emocionante. Saltos mortales, volteretas hacia delante y atrás, danzando para desplazarse en la roda. Entre los luchadores no se tocan, se rozan con los movimientos. Son distintas facetas, que dan cuerpo a un peculiar arte marcial: la capoeira.
Esta cultura tiene sus orígenes en el siglo XVII, cuando negros africanos fueron llevados al Brasil como esclavos. Los primeros contingentes llegaron a Bahía, que hasta hoy mantiene tradiciones de esencia africana.
Un siglo después, con la abolición de la esclavitud, se quemaron todos los archivos que tenían relación con ese oscuro pasado, como una forma de liberarse completamente del yugo. Por eso, no existen documentos de esta historia, pero se manejan distintas versiones de cómo empezó y se desarrolló en territorios brasileños.
La capoeira fue transmitida oralmente, de generación en generación. “Decían que la música era para disfrazar la lucha –frente a sus amos–. También para conservar su cultura: la música africana y los instrumentos tradicionales. Era como una danza. No hay registros exactos de cómo apareció, pero sí se sabe que era una competencia entre tribus africanas que provenían de diferentes culturas”, relata Alvaro Velarde de los Santos, del grupo internacional Candeias, capoerista desde hace casi dos décadas y conocido como el Profesor Peruano.
La capoeira que se conoce hoy no es la misma de sus inicios, según Alvaro. Él afirma que antes no incluía acrobacias y tampoco se usaba el atabaque (tambor). Una de las versiones sostiene que todo eso se fue introduciendo con el transcurso del tiempo, para conservar la tradición.
La capoeira no es una coreografía de coordinación. “Son las reacciones ya entrenadas las que fluyen en el momento”, explica el profesor. Desde su punto de vista, este estilo de arte marcial es como una conversación, en la cual un: “Hola, qué tal”, puede ser una patada y la contestación es la reacción al saludo, con otra patada del oponente. “Lo primero que se le enseña al alumno es el no contacto. Por ejemplo, pegar es fácil. Pero para contraatacar hay que tener control y saber esquivar, eso es más difícil. Primeramente enseñamos a tener control”, afirma el entrenador.
Bautizados
Aparte del nombre que ya le pusieron al nacer, el capoerista recibe un apodo que le ponen sus maestros. Dependiendo de las normativas de cada grupo de capoeira, algunos son batizados (bautizados) en una ceremonia especial. A otros se les designa el nombre sin tener que pasar por ese acto. En un ámbito de formalidad, incluso hay jerarquías entre los miembros de un grupo, donde se puede ser alumno, instructor, profesor, contramestre, mestre y gran mestre.
“El Mestre Bimba –creador de la capoeira regional– Manoel dos Reis Machado fue quien empezó a implementar la tradicional lucha en el Brasil. Cuando un alumno suyo, que era principiante, cumplía con determinados requisitos, lo convocaba para enfrentar a otro más antiguo, y ponía a los dos a prueba en la roda. Si el principiante atacaba o salía bien de la lucha, el alumno antiguo tenía la libertad de ponerle un apodo”, indica Lehi Leiva Echevarría, instructor y responsable del grupo Candeias en Paraguay, y cuyo nombre de Capoeira es Bamba (que significa bueno).
Los apodos comúnmente son en portugués. El Profesor Peruano dice que de este modo es más interesante y considera que si los nombres se pronunciaran en castellano, se perdería la magia. En ocasiones ocurre que algún alumno ya tiene un apodo de siempre, entonces se queda con ese, o puede cambiarlo con el tiempo, situación que rara vez sucede. La idea es destacar las cualidades de la persona con el nombre de capoeira.

“Tratamos de que esto sea algo con que resaltar una característica, o lo tomamos de un episodio que haya representado al capoerista. Intentamos que no sea ofensivo, sino que le suba la autoestima, para que la persona haga honor a su nombre”, resalta.
Una versión histórica argumenta que la práctica de los apodos se debe a que los esclavos africanos no tenían nombres. Para identificarlos, el dueño los llamaba como quería. No siempre era la denominación adecuada, por lo general era ofensiva. En cambio hoy, según Alvaro, “cuando recibís un nombre de capoeira, te transformás en otra persona, porque ya tenés un nombre de batalla”.

622157-Destacada Mediana-1844295218_embed

Estilo de vida
En 2014, la capoeira fue declarada por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Además, se enseña como un estilo de vida en todo el mundo. Para ser mestre se requiere de un entrenamiento de al menos 25 años. Lehi enfatiza que esa particularidad es la que diferencia a la capoeira de otras artes marciales. “Hablamos de hábitos adquiridos, porque no se deja de entrenar en años. Llega a ser parte de nosotros, así como el portugués”, asegura.
Adoptar la capoeria como parte del día a día no solo implica aprender una nueva cultura, es adentrarse en ella y convertirse también en un artista. Se aprende a ejecutar instrumentos, a interpretar músicas y a danzar. Se trata de un estilo en el que predomina el arte, cuya formación es progresiva y larga. “Un alumno con tres años de entrenamiento aún es nuevo, porque todavía le queda por aprender varias facetas. Es como cuatro artes marciales en una. Se aprende de a poco”, expresa Bamba.
De los Santos estudiaba en una escuela de Bellas Artes. Un día no quiso entrar a clases y fue a un parque cercano. Ahí encontró a un chico haciendo acrobacias y vueltas estrella. Le parecía sacado de una película. El asombro que le causó ese espectáculo hizo que decidiera ser capoerista. Dos años más tarde, el chico del parque también se convirtió en alumno del maestro de Alvaro y ya ha realizado varios viajes a competencias y presentaciones internacionales, representando a su grupo.
Anteriormente, el Profesor Peruano practicaba muay thai, pero desde hace 19 años la cultura afrobrasileña es parte de su vida. “Todavía me siento alumno, me faltan aún muchísimas cosas por aprender, cosas que otro compañero domina más que yo. Nunca llegamos a aprender todo, porque esto va evolucionando”, afirma.
En Paraguay
El grupo internacional Candeias instruye arte marcial afrobrasileño desde hace 40 años y tiene presencia en más de 25 países. Elto Pereira de Brito, el Mestre Suíno, fundó la academia en 1977, en Goiânia. A Paraguay llegó en 2015, de la mano del instructor Bamba, y bajo la supervisión de Antonio Carlos Andrade do Carmo, el Contramestre Javali, encargado de los grupos que están en Sudamérica.
Sin embargo, antes de la llegada de este grupo, ya hubo práctica de capoeira en Paraguay. Fue en el año 2009, cuando la Embajada de Brasil y la oenegé Callescuela intentaron desarrollar un programa para asistir a niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo, que se encontraban en la Terminal de Ómnibus de Asunción.

Lehi conocía este proyecto: “Vi muchos videos acerca de eso, las enseñanzas fueron muy buenas, también los sistemas de entrenamientos, pero lastimosamente no hubo seguimiento. Quizás eso y otros factores hicieron que se echara a perder”.
Bamba comenta que, por iniciativa propia, también implementa una pequeña ayuda social. Desde hace un par de meses enseña gratuitamente a dos adolescentes de la Chacarita, a quienes conoció en la Costanera de Asunción, cuando iba a practicar con sus alumnos de la academia.
Había un grupo de niños que se asomaban cada vez que hacían prácticas sobre la arena, comenta. Con el tiempo, ellos empezaron a pedir usar los costales de entrenamiento. Entonces al instructor se le ocurrió proponerles un maratónico desafío para poner a prueba sus intereses: si querían ser entrenados por él, debían correr 10 veces, unos 600 metros. Dos de ellos aceptaron el desafío y hasta hoy son constantes en los entrenamientos: Falcão (14) y Águia (15) –sus nombres de capoeristas–. “Uno es muy rubio y el otro, muy moreno. Son como un dulce de leche los dos juntos”, describe el profesor.

622158-Destacada Mediana-1556496236_embed

Beneficia a todos
La capoeira no es un arte marcial exclusivamente para hombres. También pueden ser capoeristas los niños, adolescentes, mujeres, adultos de la tercera edad y hasta personas con discapacidad, sin limitaciones. “Hay gente que no tiene piernas, pero toca y canta muy lindo. Hay quienes hacen acrobacias con las manos, así como hay sordomudos que no pueden cantar, pero pueden hacer las acrobacias. También hay quienes no ven, pero que se dejan llevar por el pálpito que producen los instrumentos, se mueven por la vibración del piso. Siempre hay una forma”, subraya el Profesor Peruano.
Los adultos mayores pueden divertirse con la capoeira beneficiándose de la música, la danza y de seguir la tradicional filosofía. Con ellos, el objetivo es otro: conseguir que esta práctica sea un modo de relajación.
En el caso de las mujeres, la capoeira las prepara mejor físicamente. “Un hombre entrenado duplica su fuerza, una mujer entrenada cuadruplica. Ella tiene más condiciones para entrenar y volverse mejor que él. Socialmente no lo logra, porque siempre está a la sombra del hombre. Entonces, trato a las mujeres igual, intento que estén a la altura del hombre –porque lo están–. Hay que liberarlas, y no solamente de pensamiento”, opina Alvaro.
Por otra parte, con esta disciplina las personas con problemas de autoestima refuerzan sus actitudes y autoconfianza, y aprenden a desenvolverse frente a otros. Es el caso, por ejemplo, del pequeño Bem-te-ve (Pitogüé), que tiene seis años y se llama João Enrique. Comenzó a entrenar hace más de un año. “Ahora desarrolló más confianza, incluso su sicóloga recomienda que siga haciéndolo, porque él es muy tímido. Ya practica con los más grandes y no tiene vergüenza”, cuenta su madre, Tatiana Gómez. Así como Bem-te-ve, también hay otros pequeños capoeristas en el grupo al que asiste. “En esta edad es espectacular, es como hacer estimulación temprana o de coordinación”, aporta Lehi.
Faisca (Chispa) –Esteban Troche–, de 14 años, también entrena en la academia. Él practicaba jiu jitsu, muay thai y MMA, pero acabó convencido con la lucha de raíces africanas. “Me ayudó mucho con la coordinación y también con el compañerismo. Gracias a la roda, cuando nos juntamos todos y tocamos música, después podemos practicar en un ambiente más feliz. Las otras artes marciales son violentas o muy serias, y la capoeira no es así”, resalta.
Cuando se trata de intervenciones sociales, los resultados son igualmente positivos. Quienes no están acostumbrados a recibir órdenes, aprenden de respeto y displicina. “Por ejemplo, si hacés llegar a tu alumno todos los días temprano, ya le cambiás el chip. Vas haciendo que cambie con pequeñas cosas. Hay chicos que delinquen porque no son capaces de trabajar, no creen en el esfuerzo, y esa es la parte marcial de la capoeira que contribuye al cambio. Si te enseñan vuelta estrella y acabás con saltos mortales, te creés capaz de todo. Eso hace que se den cuenta de que no tienen por qué delinquir si son capaces de lograr más”, asegura Alvaro.
Todos estos componentes hacen que la capoeira, una tradición que nació en tiempos ancestrales, aún perdure. Eso sí, amoldada a la actualidad.

................................
Al son de la música
Los instrumentos también son parte de la identidad cultural y tradicional de la capoeira. Estos son los que se utilizan:

Berimbau: Es el más importante, porque comanda la velocidad de los movimientos en la roda y aviva la música. Está hecho con un palo de guatambú, que es una madera dura pero flexible. Tiene forma de arco, con alambres de llanta de auto, atados de punta a punta. Una calabaza le sirve como caja de resonancia. Se ejecuta con una pequeña piedra o una moneda.

Pandero: Es parecido a la pandereta, a excepción de que este usa una membrana de cuero. Acompaña al berimbau, y es uno de los instrumentos más fáciles de aprender, después del atabaque.


Atabaque: Es el tambor de la capoeira. Este instrumento fue introducido después del berimbau, por una cuestión más religiosa.


Baqueta: Es un palito con el que se pueden ejecutar el berimbau y el caixixi. Este último es una pequeña canasta cerrada con semillas adentro, que al agitarse produce el sonido.

................

El origen
Hay muchas teorías acerca de la procedencia de la palabra con la que se denomina a este arte marcial afrobrasileño. Una de ellas señala que capoeira le decían a la acción de los esclavos, cuando se escapaban, corrían y se escondían entre los matorrales. Sin embargo, según el diccionario del Tupí Guaraní, la palabra proviene de ka’a (bosque/matorral) y pûera (que ya fue), que se traduciría como: lo que fue matorral.

..................
Jerarquías
Al igual que el uniforme blanco, el uso de la cuerda es simbólico y tradicional. “Los esclavos la usaban al escapar o cuando eran liberados. Como no tenían dinero para comprarse ropa, se vestían con el costal de arroz que transportaban y se amarraban una soga en la cintura”, cuenta el instructor Alvaro Velarde de los Santos.
En el grupo Candeias, las jerarquías de la capoeira se identifican por un determinado color de cuerda, usada como cinturón. Estos son –en orden ascendente– cinza (gris); verde claro; verde y amarillo; amarillo; amarillo y naranja; naranja; celeste (hasta aquí es alumno); verde oscuro; verde oscuro y azul oscuro (desde aquí es instructor); azul oscuro (formado para ser profesor); lila (profesor); lila y marrón (contramestre); marrón; rojo (mestre), y blanco (gran mestre).