María Rosa Rolón
Jueves caluroso, diecisiete horas. Un joven sube al bus y pide un poco de atención. En sus manos, un montón de papeles. Se trata del cuento A dos mujeres bellísimas.
La ficción pertenece a Ramón Augusto Ferreira Paredes o a Ramón Augusto, como él prefiere que se lo conozca en el mundo literario. Con 36 años, sube todos los días a los ómnibus del área metropolitana para ofrecer sus obras.
“La idea surgió viendo a otras personas que subían a vender sus productos. No sé a cuántos colectivos subo por día, no llevo la cuenta. A veces la gente está receptiva y a veces es muy indiferente. Supongo que depende del clima y de mi propio estado de ánimo al ofrecer mis cuentos”, explica Ramón Augusto, quien empezó a escribir los relatos el año pasado, aunque de niño ya escribía poesías.
Día a día. Sus jornadas laborales empiezan a la mañana. “Me baño, desayuno y salgo a vender mis cuentos. En el transcurso del día hago varios descansos para comer, meditar, leer y escribir. Escribo en cualquier lugar, en los colectivos, en las plazas, en las paradas, donde me caiga la inspiración”, especifica.
El autor –que también posee conocimientos de diseño y fotografía– tiene a varios referentes en la escritura. A nivel nacional admira a Augusto Roa Bastos. En cuanto a escritores internacionales, sus predilectos son Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Julio Cortázar y Horacio Quiroga. “Me gustan mucho y en este momento prefiero leer y estudiar literatura originaria de habla hispana”, aclara.
Sus pasiones. Recuerda que cuando era niño sus padres compraban enciclopedias, revistas científicas y de interés general. “El descubrimiento del mundo de la lectura fue trascendental en mi vida, me proporcionó maravillosas experiencias, pero más importante aún fue el descubrimiento de la escritura. Mucha gente ama la lectura y ni siquiera sospecha que existe contiguamente otro mundo tan increíble al lado. Creo que la escritura es una experiencia complementaria a la lectura, solo hay que animarse un poco”, sostiene.
Cuando empezó a escribir percibió cosas que antes no veía. “Es como si se me hubiera agudizado el sentido literario. La escritura es una manera de comunicarme más profundamente con la gente y conmigo mismo. Por añadidura, me estoy dando cuenta de que el relato me ayuda a comprender mejor la vida. De alguna manera escribir me ayuda a clarificar mis ideas y despejar mis emociones”, dice.
Al cuentista le preocupa que en Paraguay muchas personas están alejadas de la literatura. “En nuestro país hay poca promoción de esta modalidad artística. Los colegios deberían darle más atención a la promoción y al surgimiento de escritores y escritoras”, refiere y agrega que entre sus objetivos está publicar un libro con todos sus cuentos y una novela.
Ciberespacio. ramonaugusto.com es el link de su blog, creado para ofrecer gratuitamente, cada mes, un cuento. Hasta ahora están publicadas siete obras: Pequeños pies descalzos, Los días más felices, Juanito, el terror y yo, además de Simplemente Leila, Reflexiones de la muerte, Dos mujeres bellísimas y Jano. “En la lectura y la escritura encontré grandes tesoros que disfruté y sigo disfrutando cada vez con mayor satisfacción. Esta es mi manera de agradecer esas maravillosas experiencias. ¡Espero que mis cuentos aporten algo bueno a tu vida!”, comparte con sus seguidores.
A dos mujeres bellísimas
“Ok. Generalmente, escribo cuentos tristes. Acepto la crítica, pero tengo una excusa más o menos válida: el mundo no es precisamente un campo de tulipanes. La existencia que conozco es lo suficientemente atroz para obligarme a centrar mi atención en el abismo y aquello que lo sobrepasa. De todas maneras, cuando mis amigos me preguntaron si podía escribir un cuento alegre, respondí afirmativamente. —Claro que sí —dije ingenuamente”.
Fragmento de su narración sobre los enamoramientos fugaces.