13 may. 2024

Los que se fueron

En clave educativa

“Madre, ya descubrimos qué bella cosa es la libertad. Una luz que alumbra como un himno nuevo el alma de todos los que se fueron y ya no están”, dice el cantautor argentino Víctor Heredia en su canción Estas alas nuevas.

Creo que viene a cuento de la relación biográfica que estoy leyendo en estos días acerca de 4 grandes protagonistas de la historia reciente del Paraguay: Los que se fueron, obra del doctor Mario Ramos Reyes (intelectual paraguayo residente en EEUU, donde enseña Filosofía), sobre sus amigos y mentores Secundino Núñez, Luis Andrada Nogués, Adriano Irala Burgos y Luis Alberto Meyer. Hombres con convicciones firmes e influencia profunda y extensa, pero quizás aún no suficientemente reconocidos, como no es raro que ocurra en nuestro país.

De esta obra del profesor Ramos Reyes, cuyo afán, según reza en la primera página, es que “la memoria no se pierda”, rescato el modo en que está escrito, cercano, casi familiar, aunque no por ello menos analítico y reflexivo, tal como es su autor, según lo conozco de conferencias, tertulias y otros escritos de su autoría.

“Lo que nos deja la vida es el valor del gesto y la memoria de los que se fueron”, sentencia Ramos y luego, definiendo con Romano Guardini lo que significa el encuentro, habla de la percepción del valor esencial y la herida del poder que ejercen otros hombres sobre otros.

Es que la gran amenaza, la peste, pero, quizás, también el problema más disimulado por nuestra sociedad hoy es la falta de sentido, de gusto por las cosas buenas de la vida, por la verdad, por el bien, por la libertad. En esto se resumen muchos eventos dañinos que vemos a diario. Y a la falta de sentido llegamos, me parece, por el camino de la ingratitud, del olvido de los encuentros vitales que tenemos y, por no razonarlos, no los comprendemos ni asimilamos como experiencias positivas.

Dispersos, entretenidos y hasta vilmente manipulados, los miembros de esta gran comunidad humana que es el Paraguay parecemos incapaces de desatarnos del individualismo “que no requiere de ejemplos ni de grandes maestros” y del materialismo “que no necesita de ideales superiores ya que se autosatisface en el consumismo loco”, como enjuicia Celia Frutos viuda de Meyer, una de las entrevistadas por el profesor Mario Ramos para escribir su libro.

Cuando descubrimos detalles de las acciones, de los sentimientos, de los aportes de hombres, limitados ciertamente, pero adheridos fielmente a sus creencias, como lo fueron estas personas, no podemos dejar de cantar con Heredia “qué bella cosa es la libertad. Una luz que alumbra como un himno nuevo el alma de todos los que se fueron y ya no están”.

Ojalá que más allá de los escandalosos despilfarros del dinero público, la corrupción y la violencia que nos rodean, pudiéramos en este tiempo encontrar inspiraciones en las experiencias de los que se fueron pero dejaron señales en el camino para nosotros.