19 abr. 2024

Los neonazis: Del restorán a las calles

Por Blas Brítez – @Dedalus729

Blás Brítez

Blas Brítez

El restorán Memel de Asunción está ataviado con banderas rojas con la esvástica negra pintada sobre un fondo circular blanco. El centro gastronómico debe su nombre a una región alemana que el Tratado de Versalles ha puesto bajo jurisdicción de la Liga de las Naciones. Los nazis hace rato la reclaman. En Paraguay, también. Han denominado así al lugar preferido que tienen para comer en Asunción. Allí un bullicioso grupo de alemanes conversa en la sobremesa del mediodía del 5 de marzo de 1933. No es un día cualquiera. Están ansiosos. Quieren saber los resultados de las elecciones parlamentarias que en Weimar (la Alemania republicana) están concluyendo. Una mayoría en el Reichstag se traduciría en todo el poder para Adolf Hitler. Finalmente, 17 millones de personas votan por el Partido Nacionalsocialista. El 47% del electorado. En la capital paraguaya, la noticia se recibe “con grandes demostraciones de júbilo”, según la edición de El Diario de la mañana siguiente. Serán los últimos sufragios en mucho tiempo. “La República de Weimar ha muerto”, sentenciaría décadas después Claude Klein –en De los espartaquistas al nazismo... (1970)– para describir el acto final del ascenso totalitario en la Alemania de 1919-1933.

Cinco años antes de esa jornada asuncena, Paraguay se había convertido en el primer lugar fuera de Alemania con agrupaciones nazis. En 1931, junto a las de Argentina y Brasil, serían reconocidas oficialmente. En 1937 el 9,2% de los alemanes residentes aquí estaban afiliados y conspiraban políticamente. Tres veces más que el de sus grandes vecinos. Ese año se formaría la Unión de Escuelas Alemanas, vital para la penetración cultural del nazismo mediante la educación en las colonias y en los centros de formación asuncenos. Oskar Ketterer, llegado un año antes, sería el director del Colegio Alemán y miembro prominente del partido. En Paraguay había 1.169 alumnos en 31 escuelas, cuando Argentina tenía 58. Se hacía propaganda política en las iglesias evangélicas. “Los textos de enseñanza primaria y secundaria que concurrían a inficionar la mente de los jóvenes provenían directamente de Alemania”, escribió Alfredo Seiferheld en Nazismo y fascismo en el Paraguay (1986). En el prólogo: “También en el Paraguay el autoritarismo dejó secuelas en su legislación y en la actitud política de sus hombres”.

Es en esa herencia aciaga que pasa por Stroessner (con Joseph Mengele como huésped de honor) que pensé en estos últimos meses luego de ver un pasacalle y una bandera neonazis en una manifestación ciudadana en Asunción, ocho décadas después de aquel ágape entusiasta en un restorán de la misma ciudad. Más allá de cierta moda fascista cada cierto tiempo rediviva, parece haber un incómodo correlato entre la primera sección nazi fuera de Alemania, las escuelas hitlerianas, Stroessner, los neonazis y Paraguay. Un hilo conductor que da miedo.

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