18 mar. 2024

La narcosociedad

Lupe Galiano

Más allá de la tristeza que generan la deforestación y la expulsión de los paraguayos, los productos que sostienen al Paraguay son la soja, la carne y las remesas que vienen del extranjero. Esto según el boletín oficial. Pero fuera de las estadísticas, el gran negocio que mantiene en pie al país es la droga, desde la producción y el transporte, hasta el lavado de dinero (estamos en el puesto 16º en el mundo).

Seguramente es posible medir la plata que este negocio deja, pero no queda demasiado bien publicar de cara a nuestros hermanos extranjeros que quieren usar y abusar del país, y de cara a todos los que nos conocen. Obvio que son más los que nos desconocen porque creen que por ser guay ya somos Uruguay o por ser guay ya somos muy capos en el léxico español. Pero donde más nos reconocen es en el por hacer a la paraguaya, que no es necesario aclarar de qué se trata en una columna seria de un diario también serio.

Aunque Hacienda se niegue a contemplar esta floreciente actividad como uno de los principales factores de generación de riqueza, cualquiera con un dedo de seso puede hacer su propia evaluación. Para empezar, cada día hay por lo menos un ajusticiamiento extraño, que implica fuego, desfiguración, etcétera, etcétera, ergo batalla entre cárteles o cartelitos de barrio. Para seguir, los edificios suntuosos crecen como hongos en cualquier esquina de cualquier ignoto rincón de la República del Paraguay, pero están vacíos, pelados y repelados.

Como si estas no fueran suficientes pruebas a favor de la prosperidad del negocio, está lo que se ve en la calle: ostentación, lujo y competencia a lo Hollywood, que se empieza aprendiendo desde la infancia. Ahora la nueva moda es que cada etapa de la vida tiene su fasto, como una exigencia a la que hay que subirse para ser alguien: que el pijama party con alquiler de carpas; que el viaje de fin de curso al Caribe; que la limusina para los 15; que la despedida de soltera en Las Vegas; que el babyshower con la animación de bebés de verdad. Y en el plano más cotidiano y baratelli está toda la estética de plástico: la rubia de cabello largo, con pechos bien redondos y abundante bótox, o el forzudo que no puede ni moverse de tantos globos en los bíceps, tríceps y demás vísceras.

No es un plagueo de vieja, al estilo “en mi época o en otros tiempos era así y asá”, sino un verdadero cambio social, todo un estilo de vida que se va imponiendo y nada tienen que ver con los valores tradicionales del Paraguay, al punto que hasta el traje típico (typói y pollera blancos) cambió por otros más estrafalarios.

El gusto narco nos obliga a todos a entrar en ese tren, algunos por lo alto, otros por lo bajo y otros en el medio, como el jabón del sangüis. Si no te gusta, vas a tener que mudarte de país manté porque esto llegó para quedarse.

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