Tiene elementos nuevos la Filosofía de la Liberación con respecto a los fundamentos dados hace décadas, cuando fue lanzada?
- La novedad la da la realidad. Y como la Filosofía de la Liberación quiere pensar la realidad, se ha renovado; por ejemplo, toda la problemática de la globalización, de la exclusión, de la emergencia de la sociedad civil y otras nuevas realidades. Lo que sigue siendo lo mismo es el punto de partida, en cuanto a la opción por los pobres; lo que pasa es que los pobres ahora son principalmente los excluidos, aunque siguen siendo oprimidos. Y la situación es nueva y distinta, pero quizá es peor. En ese sentido, ese lugar hermenéutico que es la opción por los pobres sigue siendo vigente; aunque la realidad ha cambiado este pensar, debe hacerlo desde esa nueva realidad.
Lo mismo el diálogo con las ciencias humanas y sociales. Lo que pasa es que ahora no se trata solo de la ciencia económica o política, etcétera. Todas las ciencias humanas, por ejemplo la antropología cultural, la problemática de la ciencia de la comunicación, etcétera. Es decir, el diálogo con las ciencias y con la sabiduría del pueblo sigue siendo el mismo; lo que pasa es que todo eso ha cambiado, porque han pasado más de treinta años.
De tal manera que el cambio viene de la realidad y de los cambios operados en las distintas ciencias, aun en la misma filosofía.
- Aquella famosa tesis suya de que se puede filosofar desde la indigencia, ¿la puede explicar para nuestros lectores?
- Fundamentalmente, es el que está interpelado por la indigencia. O sea que, por un lado, hay una interpelación del pobre, del excluido que interpela al filósofo - que ya tiene su formación filosófica, sus estudios- , y al convertirse a esa indigencia, por un lado, toma un nuevo lugar desde donde piensa; por otro lado, tiene una responsabilidad ética al ser criticado el elemento ideológico que tenía antes su filosofar, y como que se convierte, cambia de perspectiva, cambia de lugar desde donde piensa (lugar hermenéutico) y trata entonces de ser crítico.
Por otro lado, decía también que la sabiduría popular, la sa- biduría de los pobres, enseña en cuanto hay todo un sentido de la vida y de la muerte, etc., que da que (qué cosa) pensar al filósofo, y ahí viene el momento de enseñanza. Por eso muchas veces, a través de símbolos populares, de leyendas, de mitos indígenas, etcétera, se abren nuevos horizontes de comprensión para la filosofía.
Yo me acuerdo, cuando nuestro grupo se reunía, que muchas veces Rodolfo Kusch traía elementos de un don Quiroga o de una doña Corina. Yo mismo recuerdo el barrio donde en ese tiempo trabajaba a nivel sacerdotal, en el que había aprendido mucho de la sabiduría del pueblo, que luego los iluminábamos en diálogo con la introspección filosófica. Yo decía que “si alguien nos escucha a nosotros, dirá que estamos locos”, porque por un lado hablábamos de don Quiroga o de doña Corina - que era una analfabeta con una sabiduría muy fuerte- , por otro lado de Hegel, de Santo Tomás o de Parménides. Es decir que en ese diálogo se fue elaborando todo un filosofar, tanto a nivel de filosofía de la liberación como por el lado de la línea que trataba de pensar filosóficamente a partir de la sabiduría del pueblo.
Y ahora lo mismo con este nuevo giro que se ha dado. Muchas veces hay sabiduría popular elaborada más literariamente - por ejemplo, me acuerdo de que Pedro Trigo se nutría mucho de Roa Bastos o de Arguedas- , es decir que ya está mediada por el poeta, por el músico, pero también directamente, como hacía Kush, donde iba a hablar con la gente del pueblo, que le expresaba sus ritos, sus leyendas, sus decires, en los cuales también el filósofo podía encontrar esa sabiduría de la vida. Y como la filosofía es amor a la sabiduría, y ahí aparecía una sabiduría de vida inculturada en nuestro pueblo, ya sea en nuestro gran Buenos Aires, ya sea Kusch que trabajaba con la gente de Jujuy o el Sur de Bolivia, bueno, y lo mismo podría hacerse en el Paraguay.
- Si alguien dice que la filosofía especulativa es “superior” o “mejor” que la sabiduría popular, ¿usted qué le diría?
- Yo le diría que la ciencia, aun la ciencia filosófica, está al servició de la sabiduría, y no al revés. Es decir, en el paso del mito al logos tiene que darse un logos que se pone al servicio de la sabiduría. Un poco pasa como Santo Tomás cuando el pensamiento especulativo se pone al servicio del momento sapiencial bíblico. Por eso dice mi colega y compatriota Cullen que tanto Husserl - con el mundo de la vida- como Hegel - con el tema del saber religioso- dan importancia a este momento de sabiduría popular; pero ponen a la ciencia como la pauta última, tanto Husserl - con las ciencias europeas en relación al mundo de la vida- como antes Hegel - entre la ciencia filosófica absoluta y la religión y el arte- , donde encontrarán su verdad, pero necesitados de la forma de la filosofía para expresarse en saber absoluto. En cambio, dice Cullen, es al revés, y en eso estoy de acuerdo con él, pues es la ciencia la que está al servicio de la sabiduría; porque saber vivir, saber morir, saber amar, saber el sentido de la vida y de la muerte es quizá lo más profundo; pero evidentemente que necesita del momento crítico, que sea llevado a concepto, de ser expresado de forma más sistemática y argumentativa, que lo da la ciencia filosófica sobre todo.
Rescatamos una conversación sostenida con el filósofo argentino Juan Carlos Scannone, cuando visitó nuestro país, en ocasión del Primer Congreso Latinoamericano de Filosofía Política y Crítica de la Cultura.
Entrevista
Sergio Cáceres Mercado
Docente
caceres.sergio@gmail.com
Juan Carlos Scannone. Sacerdote Jesuita y catedrático de Filosofía en la Universidad del Salvador (Argentina). Profesor invitado de la Pontificia Universidad Gregoriana, de las Universidades de Fráncfort y Salzburgo, y del Instituto Internacional Lumen Vitae. Se lo sitúa en la corriente histórico-cultural de la Filosofía y la Teología de la Liberación. Entre sus obras pueden mencionarse: Ser y encarnación (1968), Teología de la Liberación y praxis popular (1976), Teología de la Liberación y Doctrina Social de la Iglesia (1987), Evangelización, cultura y teología (1990), Nuevo punto de partida en la filosofía latinoamericana (1990), Sabiduría y liberación (1992). Su aportación científica puede verse en más de doscientos artículos publicados en libros y en revistas especializadas
INFLUENCIA LATINOAMERICANA EN EUROPA
Cuando fuimos a París, hace tiempo ya, pues aún vivía Levinás, nos dijeron que la filosofía que ellos conocían de nosotros la veían como más cercana a la vida, a la experiencia y la realidad histórica. Y, en cambio, ellos tenían el peligro - lo dijo Ferdinand Ulrich- de hacer reflexión de la reflexión, no solo el peligro - que ya es muy grande- de hacer reflexión sobre textos - es decir que les interesa Aristóteles, Kant, Hegel, que es fantástico, pero se quedaron ahí- , sino también a nivel epistemológico, metodológico. En cambio, sin el contacto con la realidad histórica, ética, política, religiosa, de la gente real, los problemas reales, como decía Mario Heler. Piensan los textos y no los problemas, que es lo propio de la filosofía.
Decían que nos faltaba un rigor categorial que tiene la filosofía europea, pero veían que está- bamos más en contacto con la realidad, que es lo que intenta hacer la fenomenología.
Y luego, por supuesto, a nivel más estrictamente filosófico, hay categorías, por ejemplo la que propone Kusch con la dife- rencia entre ser y estar - que es algo propio de la lengua caste- llana y portuguesa- y que ilumina elementos para una meta- física que no estaban pensados. Zubiri lo retoma; claro, primero diferencia entre realidad y ser, y luego entre el ser y el estar. Ahora bien, hasta dónde tuvo un influjo latinoamericano no lo sé. Cuando hablé de esto con Ignacio Ellacuría, me dijo que lo que Kusch quiere decir, aunque con matices distintos, es muy parecido a lo de su maestro.
Además, yo creo que hay filósofos como Enrique Dussel que realmente han influido a través del diálogo con Karl-Otto Apel. Leyendo esos diálogos, al principio me parecía un diálogo de sordos, pero luego, cuando un filósofo de Viena hizo un trabajo sobre Dussel, en alemán, ahí Apel entendió a Dussel. En la reunión que hubo en São Leopoldo (Brasil), vi que Apel había entendido por primera vez a Dussel, pues, como él no sabe castellano, le sirvió el trabajo de este profesor de Viena, y lo tomó desde su ética del discurso, para también optar preferencialmente por los pobres.